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El poder de los poderes

-Por Jaime Santoyo Castro

Al recibir su constancia de mayoría que lo acredita como Presidente electo de México, AMLO aseguró algo que me parece una de las promesas más interesantes, pero también más difíciles de cumplir: “Que el presidente no será el poder de los poderes”; y no es que no me guste la propuesta. Al contrario, me agrada y creo que a la mayoría de los mexicanos le convence, pero del dicho al hecho….
En todo el mundo, ha sido una preocupación constante evitar la concentración del poder en pocas manos, pues es bien sabido que quien tiene el poder siempre es tentado a prolongarlo y ampliarlo lo más que pueda, y no precisamente para beneficio de los demás, y en México lo hemos visto desde el Porfiriato, que detonó un presidencialismo impresionante convirtiendo a la República en la nación de un solo hombre, pese a que desde la constitución de 1824 y subsecuentes se estableció la figura de la división de poderes.
Montesquieu; en su reconocida obra intitulada “ L’espirit des Lois (El espíritu de las leyes), parte de la idea de evitar los abusos de poder, pues,- explica- todo aquél que está en una posición de poder siente la inclinación de abusar de él, hasta donde encuentra límites. Su recomendación para evitar ese abuso del poder es enfrentarlo consigo mismo: el poder puede frenar al poder.
Nadie puede negar que Andrés Manuel conoce el sistema político mexicano, y por ello sabe que tiene frente a sí un camino plagado de tentaciones que lo pueden desviar de los buenos propósitos que dice tener y no obstante afirma que “ninguna tentación me quitará la autenticidad o desviará mi camino en la búsqueda del humanismo y la fraternidad” y asegura que no habrá amenazas ni mensajes subliminales a los miembros de los otros poderes para que se haga lo que el presidente diga.
De cumplir este compromiso, Andrés Manuel le quitaría a la presidencia el poder casi monárquico que existe y de darse ello, estaría inaugurando una etapa relevante de la historia de México, que tendría efectos no sólo en el poder central, sino también en los gobiernos de las Entidades de la República, de manera tal que los ciudadanos tendríamos frente a nosotros una época de equilibrio de poderes, que haría resaltar enormemente las libertades políticas y económicas. Por ello esperamos que cuando lleguen esas tentaciones recuerde que este puede ser su mejor legado, y no olvide que la mayoría de los mexicanos le dio la confianza porque estaba harta de la simulación en el respeto al estado de derecho; del abuso del poder, de la prepotencia, la ineficiencia, la corrupción y sobre todo la impunidad.