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EL NOTARIADO, GARANTE DE SEGURIDAD

Jaime Santoyo Castro

Hace unos días en la ciudad de Campeche, recibí un reconocimiento por llegar a 25 años como miembro de la Asociación Nacional del Notariado Mexicano, y al volver la vista atrás me doy cuenta de que escogí el camino correcto. El ejercicio del Notariado ha colmado mis propósitos, ideales y aspiraciones, entre las que se insertaron las guías de mis padres, hermanos, esposa, hijos y maestros.

El primer requisito para recibir tal reconocimiento es el tiempo, y ese, sin lugar a dudas, lo he cumplido en un largo trecho de mi vida que se manifiesta en mis canas, en mis arrugas y en mi experiencia. El otro, el del apego a la ley y la justicia, la honestidad, lealtad y preparación es algo que debe calificar el Estado y la sociedad.

El camino que marca la ley para el Notario es un camino recto, difícil, complicado, con muchos obstáculos, que requieren conocimiento, aplomo, prudencia, estudio, probidad y no me he salido del camino. Sigo en él, caminando más lento, pero sigo ahí en pos de la seguridad jurídica. No me he desviado por servir a intereses distintos a los de la ley y la justicia.

Cuando el Estado me depositó la fé pública, entendí que encomendó a mi capacidad y rectitud las piedras angulares en que descansa el edificio social y que son:

a) El respeto a la ley; b) La garantía de la propiedad c) La seguridad de la familia; y d) La supervivencia del individuo, a través de su sucesión. Desde entonces me quedó claro que ser Notario significa un compromiso con la verdad, constituyéndose en una garantía y sostén de la seguridad jurídica y principal coadyuvante en el logro de la justicia y la obtención del bien común de ejercicio imparcial, calificado, y libre.

El notario debe ejercer su función más allá del interés del solicitante del servicio notarial, en estricto apego a la norma y de manera imparcial; aconsejando a cada una de las partes o solicitantes del servicio sin descuidar los intereses de la contraparte, en lo justo del caso de que se trate, siguiendo como normas de conducta los principios de justicia, honestidad, veracidad, imparcialidad, independencia, lealtad, dignidad, atención personal y atingencia, prudencia, calidad profesional, discreción, reserva y secreto. Seguramente he tenido errores y equivocaciones en este tramo, porque nadie puede presumir de infalible.

El ejercicio del notariado requiere mucha dedicación, estudio, reflexión, atención, diálogo, y mucho ejercicio de interpretación de redacción, de revisión, etc; y en eso tienen mucho que ver los colaboradores y en estos 25 años he tenido el privilegio de recibir el apoyo de personas dedicadas y emprendedoras a quienes les agradezco su apoyo, pero muy en especial y con mucho amor, el de mi hija, mi Notaria adscrita, incansable, dedicada y responsable, a quien le debo gran parte de este reconocimiento. La licenciada Karina Santoyo Alvarez. ¡Gracias hija querida!