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EL JUEGO DE LA SILLA EN LA POLÍTICA

Jaime Santoyo Castro

Casi todos, en alguna etapa de nuestra vida, hemos jugado el juego de la silla, y por lo tanto, sabemos que consiste en colocar un determinado número de sillas, que es un número menor al de participantes.

Los jugadores deben correr alrededor de las sillas al ritmo de una canción y en el momento que pare la música, todos deben buscar su silla, pero uno de ellos no podrá hacerlo, de manera que tendrá que salir del juego y así se irán reduciendo el número de sillas y el número de jugadores hasta que queden sólo dos y uno de ellos gane. Es un juego que estimula la competencia y la lucha por ganar uno de los espacios en disputa.

Este juego lo jugamos todos los días en muchos escenarios de la vida, pues regularmente la oferta de espacios, de servicios, de satisfactores, de empleos, de oportunidades, y de privilegios es menor a la demanda, de manera que la vida nos sitúa en un ambiente de competencia e incluso nos prepara para ello, y en tal virtud, debemos salir a la calle con la intención de obtener lo que deseamos.

En el ámbito de la política, cada tres, o cada seis años, se juega el juego para obtener la silla de Presidente Municipal, Diputado, Gobernador, Senador o Presidente de la República.

Los más pintados se anotan, a sabiendas de que se van a someter al juicio público, y que saldrán a la luz verdades y mentiras, aciertos y errores, cobro de facturas, ataques sin fundamento, y tendrán que resistir traiciones, ofensas, críticas, descalificaciones, afrentas, humillaciones, y desprecios.

El objetivo es ganar la silla, y en la carrera, aunque hay reglas, habrá quien las haga a un lado y aplique estrategias orientadas a sacar de balance, a derribar, o a eliminar a los otros jugadores.

La ideología, los principios y convicciones, la honestidad, la decencia, lealtad, fidelidad, la autonomía, la capacidad, la aptitud y el compromiso social, son valores que estorban en la carrera y por lo tanto hay que ignorarlas para no quedar fuera del juego.

El juego hay que ganarlo con astucia, como se pueda; utilizando trodos los medios posibles para adecuar la imagen de ser el que tiene más méritos, que es el más capaz, con más experiencia; hay que transmitir la impresión de ser quien mejor escuche, entienda y atienda las exigencias sociales, y quien sea más hábil para tender puentes con los diversos sectores y grupos de presión e interés, y que prometa cumplir y hacer cumplir con el estado de derecho. Ofrecer cuantas soluciones imagine a las ansiedades de la gente, pero sobre todo hay que conocer los tiempos, porque es indispensable saber cuándo se termina la música para sentarse en la silla. Todo lo demás, sale sobrando.

El juego empezó, pero aún no termina. ¡Feliz navidad!