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El Espejismo de la 4T

Por José Guillermo P.H.

Una da las grandes promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador junto a la de acabar con la corrupción, fue la de hacer de PEMEX una empresa rentable y convertirla en la salvación de México. Petróleos Mexicanos es la respuesta para todos los problemas del país en la narrativa de la autodenominada 4T; sólo hay un problema con esa visión: la realidad.

Desde antes de la actual crisis generada por el Coronavirus, se vislumbraba una lenta pero segura pérdida de protagonismo de la industria petrolera en el mundo. Los nuevos métodos de generación de energía sostenibles, los materiales a base de polímeros de origen vegetal (la impresión 3D, por ejemplo, depende altamente de este tipo de materiales) o los autos eléctricos, todas tecnologías que han aumentado su participación de mercado a un ritmo vertiginoso, auguraban ya la inevitable caída de los precios del petróleo, pues el mundo cada vez tiene mayor producción petrolera y al mismo tiempo es cada vez menos dependiente de los hidrocarburos.

Claro que aún estamos muy lejos de ver el día en que el petróleo se quede obsoleto, por años las industrias seguirán girando mayoritariamente en torno a él, pero el inicio del fin ya ha comenzado y la responsabilidad de todo gobierno es mirar hacia el futuro. Las estrategias para salvar PEMEX parecen sacadas del pasado, responden a una realidad que dejó de ser hace décadas y a pesar de las opiniones de los expertos nacionales e internacionales, el gobierno se empeña en inyectar dinero a los rubros que no generarán otra cosa que pérdidas.

En el primer trimestre de este año, PEMEX perdió 562 mil millones de pesos, eso equivale a todo su presupuesto para el 2020 o a 35 veces los créditos que el Gobierno de México tiene contemplados para las empresas mexicanas que mantuvieron el número de empleos durante la crisis del COVID-19. Las pérdidas entre enero y marzo de 2020 son mayores a las pérdidas de todo el 2019, que fueron de 346 mil millones, que ya representaban un incremento a casi el doble con respecto a 2018, cuando estas alcanzaron los 180 mil millones de pesos.

Si sumamos las pérdidas de 2019 con los primeros meses de 2020 nos da más de 900 mil millones de pesos, y todo eso fue antes de la estrepitosa caída de los precios del petróleo que se registró recientemente, cuando incluso las cotizaciones llegaron a precios negativos. ¿Aún así cree el gobierno que sea conveniente apostar el futuro de México a una estrategia de hace 40 años?

Fotografía: Refinería de Salamanca, EFE.