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El dolor no es normal

Antonio Sánchez González.

Médico.

La salud de las mujeres requiere de una sacudida enérgica. Durante demasiado tiempo han sufrido solas y en silencio. Los problemas del piso pélvico se subestiman al son de frases como «acuérdese cuántos partos tuvo». Es hora de romper los tabúes que rodean la salud de la pelvis femenina para que ellas puedan acceder a la atención que merecen de sus médicos.

Los problemas pélvicos como la incontinencia, los prolapsos, el dolor menstrual y el sexo doloroso son comunes, pero no son normales. El hecho de que una mujer menstrúe no significa que el dolor menstrual sea normal. El dolor menstrual puede ser signo de endometriosis, que afecta al 10% de las mujeres y tiene escandalosos periodos de demora diagnóstica de hasta 10 años, lo que puede llevar al dolor crónico e infertilidad.

Si una mujer es sexualmente activa, es anormal que tenga dolor durante el coito. Si está embarazada, no significa que su dolor de espalda sea normal. Si una mujer ha dado a luz, es anormal que tenga un prolapso de órganos pélvicos y que se le escape la orina. Ese discurso nunca debió ser aceptable.

Cuando le decimos a una mujer que su sufrimiento es normal, le quitamos el derecho a recibir tratamiento para su dolor. Tenemos la responsabilidad colectiva de dar a las mujeres la mejor oportunidad de vivir vidas saludables y sin dolor.

El prolapso de los órganos pélvicos y la incontinencia urinaria afectan a una de cada tres mujeres a lo largo de la vida, lo que hace que estos problemas sean comunes, pero lo realmente normal es que dos tercios de las mujeres no están afectadas. El dolor menstrual es común y afecta a una de cada cinco niñas y mujeres, pero lo normal es el 80% de las mujeres que tienen menstruaciones sin dolor. Cuanto antes reformemos esta cultura, mejor acceso tendrán las mujeres a soluciones efectivas a estos “problemas comunes”.

Cuando se trata de problemas ginecológicos, aparte de indolencia, el tratamiento habitualmente sugerido es quirúrgico. Rara vez las mujeres reciben recomendaciones terapéuticas basadas en evidencia, como la fisioterapia del suelo pélvico. Si una persona fuera a someterse a una cirugía de hombro, se le prescribiría fisioterapia antes y después de la cirugía, pero las que sufren problemas del piso pélvico rara vez tienen opciones de acceder a tratamiento complementario.

La fisioterapia pélvica controla eficazmente el prolapso de los órganos pélvicos, la dispareunia, algunas condiciones caracterizadas por dolor de espalda y otros problemas de la salud femenina. En mujeres con afecciones como la endometriosis y el vaginismo, los músculos del suelo pélvico se contractan y no pueden relajarse, generando dolor crónico. A la inversa, en mujeres con prolapso e incontinencia, los mismos músculos deben fortalecerse, preferiblemente antes de la cirugía.

Hace un año, la OMS señaló la actual crisis mundial de salud materna. En respuesta, promovió la creación de un grupo de trabajo conformado por especialistas en rehabilitación destinado al estudio de los problemas de salud de mujeres de diversos países con el objetivo de reducir el impacto físico, psicológico y social del embarazo y las lesiones relacionadas con el parto, bajo la premisa de que toda mujer tiene derecho a recibir la evaluación médica de un fisioterapia que le eduque para prevenir las complicaciones relacionadas con los embarazos y el parto, permitiendo que los problemas del piso pélvico se diagnostiquen pronto, que las mujeres reciban consejos preventivos apropiados y que tengan acceso temprano a soluciones no quirúrgicas basadas en sólida evidencia clínica.

Esta intervención demostró claramente que nuestro fracaso en educar a las mujeres antes de la lesión del suelo pélvico relacionada con el parto las despoja sistemáticamente de su autonomía.