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EL DESPLEGADO DE LOS EXGOBERNADORES

Jaime Santoyo Castro

Hace unos días, un grupo de ex gobernadores publicó un desplegado exponiendo a la dirigencia, a los militantes y simpatizantes del PRI su preocupación por la crisis que vive el Partido, y convocaron a hacer un alto en el camino para realizar un examen a fondo del rol y la misión que el partido y su dirigencia deben desempeñar en este momento.


Este pronunciamiento se suma al de los ex presidentes del CEN y desde luego al descontento de la militancia por la grave crisis que estamos pasando, pero estimo que este llamado debe ser también para quienes en su momento, como Gobernantes, Senadores o Diputados contribuyeron con su actuar a ese desgaste y desprestigio.


No soy defensor de Alito, ni mucho menos de su enorme desprestigio, pero debo decir que no todo le toca a él. Tampoco generalizo, porque entre los firmantes hay personajes de mucho respeto, que cumplieron plenamente en su momento, y conservaron la estafeta que se les entregó en custodia, pero por lo menos en Zacatecas no sucedió así, y no sólo descuidó su compromiso social, sino que no quiso, o no pudo conservar la estafeta para darle buenas cuentas al Partido que lo elevó. Le volteó la cara al pueblo, y el pueblo se la volteó al Partrido.


Tello no se distinguió por su militancia en el PRI; nunca hizo talacha como cualquier buen militante, ni se preocupó por fortalecerlo ni se se sintió orgulloso de ser priista, ni tampoco hizo nada por que retuviera la gubernatura. Por eso me sorprende que lo hubieran llamado a firmar un desplegado que no le corresponde, que no comprende o que no siente, a menos que después de haber dejado la entidad en manos de Morena crea que le debe al partido y quiera ahora sí cumplir.


Cuando fue ungido como candidato, juró cumplir y hacer cumplir la declaración de principios, el programa de acción y los estatutos del PARTIDO, deber que olvidó desde que tuvo la sartén por el mango y antes que con su partido y con la militancia, celebró compromisos con otros, cediéndoles espacios de gobierno y otorgando posiciones y prebendas a familiares y amigos, pero lo más delicado es que también incumplió su palabra dada al electorado y se olvidó de sus promesas de luchar por la seguridad, por la salud, el empleo, el desarrollo, la justicia, la impunidad, la violencia, la pobreza y de resolver el problema del agua y se fue sin cumplir.


El compromiso de un gobernante que lleva la estafeta de un Partido Político, es entregarla a otro de su mismo Partido, aunque cualquier despistado puede decir que entregar a otro es cumplir con la alternancia derivada de nuestro sistema democrático, lo cual es cierto, pero eso vale decir cuando el proceso se resuelve en las urnas después del debate de los hechos y los dichos y no cuando la derrota es anticipada por la inacción, la insensibilidad, el desgobierno, la mentira, o la traición.

El triunfo se logra cuando se gobierna con la gente, junto a la gente, atendiendo sus planteamientos, entendiendo sus necesidades y sus anhelos, atajando desvíos, ineficiencias, inequidades, privilegios e intrusiones del poder, y después de eso, se mira de frente a la población. ¿No es así?