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El derecho a la salud que dejó de serlo

Irene Escobedo López

Hay 71.7 millones de personas que en México no tienen certidumbre para la atención de enfermedades, prestaciones sociales y económicas que son el confort que denominamos Seguridad Social pero que parece ser para unos pocos privilegiados. El dato, aunque se refiere a la Población Económicamente Activa (PEA), es alarmante, casi la mitad de los trabajadores no tienen una Afore, derecho a la pensión o a garantizar servicio médico y medicamentos.

Más allá de las prestaciones económicas, para quienes si están cobijados bajo un esquema de seguridad social también hay marcadas deficiencias que a lo largo de los años parecen fortalecerse. Las actuales carencias de instituciones de salud como el IMSS y el ISSSTE son en atención médica y en infraestructura dura que se ha visto deteriorada sobre todo en lo referente a mantenimiento lo que ahora es casi una amenaza para la población que en muchos de los edificios de las instituciones ya teme hacer uso.

Por otro lado, en el aspecto médico hay insuficiencia de medicamentos y tiempos de espera para atención de especialistas de hasta 3 meses, en urgencias de más de 24 horas (la normatividad establece 8 horas) y en citas ordinarias hasta de dos semanas y en algunos casos de un mes.

El tema del capital humano ha estado también sobre expuesto y supone deficiencias en la atención del derechohabiente. La salud en Dinamarca, Francia y todo lo que se nos ha insinuado que podemos aspirar está muy lejos de parecerse a la realidad de México, donde hay Seguridad Social para unos cuantos, pero deficiente, mientras que la realidad allá, en la Unión Europea es un sistema de salud incluyente para todos y eficiente, personal suficiente, salarios dignos, hospitales con la infraestructura adecuada y medicamentos con recetas de hospitales públicos que se surten obligatoriamente en las farmacias privadas de manera gratuita.

En México el ciudadano si es que aspira a cuidarse debe tomar la salud en sus propias manos. Hay vidas que se pierden, años de vida saludable que quedan a la deriva. Nuestro sistema de salud nunca se va a parecer ni a Uruguay, Chile o Argentina y todos lo sabemos, menos el presidente y nos cuesta a todos y afecta los bolsillos. La salud en México está garantizada solo si el paciente está dispuesto a meter la mano en el bolsillo, porque el gobierno, no.