Eclectis
Raymundo Carrillo
¿A dónde va el Estado Mexicano? Parece una pregunta simple o insignificante. La siguiente elección no lleva una respuesta de largo alcance para la pregunta. Tanto el oficialismo como la oposición tienen en el horizonte metas y objetivos limitados. Las consignas de unos y otros, aún de ser calificadas como no propuestas, llevan una ruta de corto plazo.
Por el oficialismo es continuar con lo mismo que hay, ahondando en un sistema de financiamiento magro para Estados y municipios, bloqueada la transparencia del gasto, reafirmando la militarización en las más posibles áreas, económicas y de control gubernamental incluidas algunas que desde la época posterior a la Revolución Mexicana fueron de trabajo civil. Para la oposición es, regresar a la serie de detalles financieros que anteriormente hubo, pero, las cuales fueron derrotadas en las elecciones del 2018.
Los resultados actuales del presente régimen no son halagüeños para todos, si bien, algunos revelan una novedad en materia de asistencialismo estatal, otros, dejan ver únicamente el mismo procedimiento de los gobiernos en los últimos 80 años al menos, con una edición reditada y aumentada en materia de opacidad para todos sus movimientos de dinero.
En no pocas ocasiones, se ha dejado ver y saber que el Pueblo mexicano desde hace décadas padecemos un libertinaje sobrepuesto en una vida llena de libertades únicamente limitadas por el mercado y los banqueros. Incluso el inusual aumento de salario casi impuesto, en pocos meses quedo nuevamente en la misma capacidad adquisitiva, como si no hubiera habido aumento tal.
Hemos, los pueblos americanos de habla española, desde la adopción o imposición de la misma, adquirido una disciplina que raya en la sumisión y ha sucedido en varias ocasiones históricas. En estas mismas ocasiones, las ha habido tan crueles que, algunas sin duda dejan la amarga experiencia de evitarlas y es muy razonable; lo difícil de quienes ahora llevan la batuta es la blanda tabla para medir y controlar la violencia y delincuencia que arrolla a la sociedad en todos sus estratos.
Las anteriores dinámicas de diferentes épocas y regímenes, sin embargo, no ha detenido el avance y el progreso que la población empuja en su cotidiano anhelo desde siempre.
Las elecciones del 2024, relaman al abstencionismo electoral por y para participar con su decisión, la cual sea la que sea, determinaría definitivamente, al menos en estos momentos de la historia del país en que, las mayorías siguen siendo relativas y con ello, las decisiones electorales y sus resultados, solo han generado inconformidades poblacionales y gobiernos malísimos; la corrupción, la impunidad que se reconoce, y actualmente se disimula siendo perdonada porque “los de antes eran iguales o lo hacían igual” llevan un rumbo desconocido y no esperado, en la Revolución Mexicana, hubo el acompañamiento de un cambio mundialmente histórico, la primera guerra mundial y la caída del imperio ruso y la desaparición de la familia zarista, eventos que remodelaron y recrearon la faz del mundo y de ese país convertido entonces en una gigantesca geografía de múltiples culturas.
La caís del muro de Berlín 30 años después, dejó ver que una vez más, las teorías para sacar a los pobres de su condición terminaban en tiranías, en dictaduras.
La historia universal y nacional, cada vez más cercanas, se han de considerar en las elecciones del 2024. La ciudadanía que se han abstenido de votar, por las causas que sean ahora que voten. Serán la diferencia.