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ECLECTIS

Raymundo Carrillo

Hablar de política en la actualidad con vigencia, obliga a los oficialistas y gobiernistas por hacer recordar a quienes les lean o escuchen a pensar en que, El Pueblo, esa porción de población que pone interés en escuchar de política, reflexione en la posibilidad de perder los beneficios que el actual gobierno está dando: pensiones de adultos, becas a jóvenes por ser aprendices de algún oficio o empleados de alguna empresa, beca por discapacidad, beca por ser madre soltera o en cierto riesgo.

Lo anterior lo hace la oficialidad y gobiernistas porque no hay más argumentos convincentes para pedir que en las elecciones del venidero 2024, se les siga dando el voto electoral a su favor. La oposición, aún no se ponen de acuerdo plenamente en que decir.

En la oposición persiste clara la división entre obreros y patrones; entre campesinos productores e intermediarios comerciales; entre consumidores y abastecedores; ente pobres y ricos.

El lenguaje unificador aparece por daños financieros y en la economía personal o colectiva; por la inseguridad pública; por la insuficiencia de los servicios públicos de salud; por las deficiencias del sistema educativo cuyos malos resultados recaen en los educandos y en los costos innecesarios para los padres de familia por una educación pública que ahora amplía su déficit a los maestros; un campo que reclama innovación para su buen funcionamiento productivo motivado por el cambio climático que ya es un presente inevitable; una pequeña industria nacional sin consideración de mecanismos que les contemplen en sus debilidades, frente a la literal invasión de las grandes industrias a quienes en contra parte se les otorgan generosos beneficios para su instalación y funcionamiento, con esquemas, conceptos y criterios antiguos e inadecuados a la realidad actual. Al menos la oposición si está atenta a encontrar alternativas al todo y eso la hace activa.

Pero, no es privativa de la oposición tan singular manera de obsolescencia, ya que, el oficialismo o gubernistas, instalados en la comodidad de solo atender las indicaciones de su líder, no llegan a la cuenta o realidad de entender que también han de pensar por si mismos.

La población: buenos y sabios; malos y “aspiracionistas”; mediocres y modestos; orgánicos o fanáticos; beneficiados o no, cuenta se pueden dar en que, no van a depender siempre en que los beneficios de este nuevo estado mexicano, que reconoce constitucionalmente dotaciones en efectivo de forma universal, se superen únicamente con el mando de una persona el paso del tiempo y de una mayoría para seguir siendo así de benéfico.

Las expresiones de ciertos personajes políticos, erráticas, mal expuestas, como Fox el expresidente, dan vergüenza porque, de entrada, se mete al juego del Ejecutivo, donde, la mala expresión y la inexacta manifestación de ideas, confunde a un electorado en momentos en que la Ley es una lisonja a la falta de respeto a las leyes; “no ayudes compa…”.

El avance de la Democracia para el país ha sido lento, no siempre se considera atinado el rumbo. Hay quienes vemos en la segunda vuelta electoral una esperanza sólida para depurar la inicial decisión de votar y un estímulo natural para activar en el momento necesario al abstencionismo, sin embargo, la legislación tenida tomó por una ruta que puede ser mas larga: los gobiernos de Coalición. Al menos este término ya se refleja en el marco legal.

No se ha reglamentado. Los gobiernos de Coalición implican un avance político para las administraciones y llevarían a un presidencialismo o a gobiernos plurales; la ruta ideal, sería un régimen semi parlamentario o parlamentario donde, además de que, el Presidente o Ejecutivo, no pierde su fuerza de ejecutor, el Poder Legislativo adopta facultades enmarcadas para la realización a través de la figura de una persona que elige el Poder Legislativo y que puede ser, también compartida por el Poder Judicial. Siluetas de régimen no experimentales y que evitan los presidencialismos autoritarios, impositivos, dictatoriales y abusivos; tal cual.