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Eclectis

Por Raymundo Carrillo

El ritmo y rumbo que lleva la pandemia del Covid-19 es aún indetectable plenamente. Los datos de la conducta de contagio, enfermedad y su evolución en el colectivo de cada región, comarca, Estado o municipio, son una revelación inédita permanente, igual por la mañana se informa que se ha apaciguado y por la tarde de ese mismo día se notifica que repuntó y vuelve a determinarse que las medidas de prevención se radicalizan. Esa variación impide visualizar cuando terminarán las cautelas habidas. Un estado de inseguridad más al cual se ha de responder con sensato acatamiento. Quien crea que no existe o actúe considerando que es un mito de los poderosos y la supremacía, atenido quede a las indeseadas consecuencias mortales. Al menos, no pongan en riesgo a los demás.

Son muy buenas las medidas de haber becado a los estudiantes, nadie lo puede negar, hasta los más reacios y radicales opositores, pueden pegar de gritos y brincos en su llamado de atención, pero, los padres de familia hacen el suelo parejo y sorda la gritería, igual adjetivo es, el que aplica para las dotaciones económicas a los adultos mayores, en ésta época de alto desempleo, consumo prudente, carestía de materias primas, retraimiento de actividades en general donde tanto salón de fiesta en Jerez ya no es negocio, ser músico es menesteroso, los envíos de migrantes se reducen y alcanzar un ingreso es difícil; pocas no son, las familias que al menos, el agua, la luz y el inmediato “chivo” diario, mucho se completa con ese dinero federal. Lo nefando será la esperada visión de ser aprovechados para efectos mercantil electorales. Debía de haber una dotación financiada universal -para todo hogar- ciudadana o cívica.

La economía, definida en su origen griego y etimológico, significaría “administración del hogar”, el cual, probablemente y sin mucha duda, debido a la lejanía de los tiempos en que se integra, ha de haber sido algo así como la tarea efectuada en guardias, en rutinas, actividad colectiva de mantener alguna hoguera que serviría de calor y sede de preparación alimenticia durante día y noche, probablemente en las cuevas de familias adjuntadas, posteriormente en chozas o lugares de familias únicas. Pueda ser la leyenda de Prometeo, una simbólica muestra del sacrificio habido por tener leña permanentemente, el desvelo para impedir que la hoguera se apagara en tiempo de lluvias, las medidas colectivas e individuales para sostener el abasto y cuidado de ese hogar.

Hoy es más complicado, pero no hace mucho, antes: la economía nacional la intervenía el Estado para controlar la carestía que el libre mercado ejercía sobre del consumidor, la industria más grande y generadora de materias primas estratégicas era refraccionada financieramente con el dinero de los impuestos recabados por el gobierno y se le conoció como economía mixta. Poco a poco fueron los factores de la iniciativa privada, tomando puestos estratégicos en el mando del gobierno y ya instalados sólidamente, alcanzaron por encima del avejentado postrevolucionario, la idea de institucionalizar cada solución a los problemas populares, al mismo tiempo que, acusando al viejo estado revolucionario de paternalista con las empresas llamadas paraestatales, las pusieron en venta y remate con sus más cercanos y pudientes integrantes, aliados éstos con el extranjero. Alrededor de medio siglo después, viene una pandemia, el voto popular se hace presente y, ahora esas empresas, señalan al gobierno de no darles para mantenerse en este momento difícil; buscan a papá. Administrar era su principal argumento.

La capacidad del supremo gobierno versus López, sigue a prueba, en materia de seguridad, hay muchos entredichos que hacen ver dudosa su palabra empeñada en campaña (la última, la que ganó), porque a pesar de la quietud poblacional, no se ven los ejercicios de inteligencia que produzcan efectos notables y positivos sobre de la pesada carga de inseguridad que afecta al país. De las cifras que arroja su Secretario de Seguridad, son cifras que cada sexenio emite con la seguridad de que no hay quién se los rebata. Mucho ha tornado el panorama general cuando la mayoría de la población estamos “en capilla” uniforme y constante, pero eso no resuelve. Las mejores piezas democráticas están arrumbadas, regularización, discriminación, indolencia e impunidad; solamente son resueltas en los discursos mañaneros.

“Que cosas tiene la vida…” dice una hermosa canción la cual cantaba Oscar Chávez fallecido en esta época oscurecida por un virus. Así, otros personajes más cercanos se han ido de con nosotros, el “campestre” está de luto, el “carta” también. Amén de los que faltemos por tomar las medidas acertadas para administrar esta sobrevivencia.