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Eclectis

Raymundo Carrillo

La mujer y la muerte son los polos opuestos e inminentes para el ciclo de vida. La mujer da vida y la muerte es el ente que culmina con la vida, para que sea vida. De otra manera sería inmortalidad de la que se hablara.

Es motivante la idea de que la mujer no padeciera violencia, eminentemente el tema de mujer y la violencia que contra de ellas hay, es destacable, porque la violencia en el hombre es más normalizada y normalizable, según todos los historiadores (se presta para rebatir y debatir). Pero, además, siendo toda violencia indeseable, la violencia hacia las mujeres, en la gran mayoría de los casos cuando esa violencia viene del hombre, lleva el empleo abusivo de la fuerza y superioridad de volumen corporal, no sabría como llamarle a la violencia entre mujeres, dependería del suceso en particular; porque si es violencia de hombre con hombre, es simplemente violencia (se presta para rebatir y debatir). La violencia, se ha vuelto una razón cotidiana a saber. Es deplorable que las extorsiones a comerciantes y gente de trabajo sean tan cotidianas, los secuestros, los robos a casas, sean tan normales, eso es lo peor, la normalización de estos fenómenos y la carencia de un Estado que, siendo el garante de acuerdo a los razonamientos históricos de la seguridad, no cumple con su razón de ser.

Hoy es muy fácil decir: “la responsabilidad es de todas y todos” y no es cierto, es una manera muy engañifa “de convidar”… que conviden de las regalías y de las ventajas de ser parte del aparato del Estado y que no conviden de las defecciones que el Estado, cual aparato de gobierno guarda.
El inicio de la presente redacta, es con la intención de evocar las fechas folclóricas en las que se celebra de una manera y de otra, la muerte, sin ninguna intención de ningún culto, mucho menos a la muerte, ella con culto y sin culto -diría Macario- llega, se hace presente. Pero, se ha vinculado el comentario con la mujer, símbolo de vida, Ser que da vida y, en la polaridad de estos dos elementos vitales de la humanidad, afines acaso únicamente en la feminidad. Así, es que, deriva la letra presente en dos sucesos que están marcando la época actual, enmarcados ambos sucesos en la impunidad, impunidad que, con su existir, hace voltear necesariamente al Estado y no solo al estado de derecho hacía la mujer y la violencia contra de ellas, lo otro es: los indetenibles decesos por trifulca entre bandas que asola la nación.

En la materia de violencia entre bandas y los delitos subsecuentes, el ejercicio gubernamental ha venido sosteniendo en el discurso dos cosas: la pobreza como artificio que empuja a la gente y la descomposición del “tejido social” por una decadente vida familiar y cívica o social. Pero faltan en su discurso, a las condiciones que la época y sus gobiernos generan. Una de ellas es la migración avasalladora que el continente americano tiene al día de hoy. No son pocas las casas de -precisamente- migrantes mexicanos, los cuales, con esfuerzos les construyeron y por ausencia migratoria, están solas, las cuales, la delincuencia, la organizada, la de las bandas ricas, con la especie de “leva” que hace, entre las multitudes de inmigrantes de paso por la República Mexicana; invade no solo casas sino además poblaciones completas. No es el caso único la Ermita de los Correa de Jerez, está Juanchorey en Tepetongo y otras rancherías cercanas, otras más cercanas de lo que se puede creer por quienes viven en la ida y vuelta diaria con rumbo a Zacatecas. Quienes van diario para el rumbo de Fresnillo más de una vez o al menos en alguna ocasión, han podido ser testigos de esos hechos, impunes plenamente, ir en la carretera a Valparaíso, si no es poblador, no lo intente siquiera.

En materia de la violencia hacía la mujer, hay más elementos de muestreo, no es de la época, es histórico. En algún momento de la prehistoria, incluso de la historia de la humanidad actual, ha habido regímenes matriarcales, no hay detalles de porque dejaron de existir. No es de dudar que la violencia haya sido motivo. La Ley del país ofrece actualmente un criterio de “progresividad”, mismo que da ventaja temporaria y vigente para que los casos que envuelven a la mujer como víctima, sean tratados mejor, con más detenimiento y que sea favorable a la víctima misma.

Esta materia sería un buen DIÁLOGO en los siguientes domingos.

La tolerancia que muestra el Estado, lo hace mirar fallido. Federal, Estatal y municipales: Alguna situación no clara, o muy esclarecida, están dejando pasar disimulada para el análisis que remediara.