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“Detección” y “Oportuna”

Antonio Sánchez González. Médico.

Los programas de detección de cáncer a gran escala tienen dos consecuencias indeseables: los resultados falsos positivos y el sobrediagnóstico: ambas conducen al sobretratamiento y ansiedad. Después de décadas de practicar a mansalva lo que comúnmente se llama “detección oportuna del cáncer”, la magnitud de estos daños todavía no es bien apreciada.

Reconociendo estas dificultades y en afán de equilibrar los beneficios y los daños, por ejemplo, el sistema de salud de los Estados Unidos cambió sus recomendaciones en los últimos años. Para detectar cáncer de mama, la recomendación de mamografías anuales a partir de los 40 años ahora es de mamografías bienales a partir de los 50 para mujeres con riesgo promedio. La detección del cáncer de próstata ya no se recomienda para hombres de 70 años o más, e incluso para hombres entre 55 y 69, la evaluación es ahora una decisión individual.

Con este razonamiento, para aumentar la probabilidad de beneficios y limitar los daños, los programas de detección se dirigen a grupos de alto riesgo en lugar de a la población general. Por ejemplo, la detección del cáncer de pulmón se recomienda solo para fumadores activos y para quienes tienen entre 55 y 80 años, dejaron de fumar en los últimos 15 e índices de tabaquismo muy intensos.

Esta tendencia hacia programas de detección dirigida provoca fuertes reacciones en los defensores del cribado indiscriminado del cáncer, quienes defienden la posición de que el objetivo de la detección es minimizar mortalidad por causa específica, independientemente de los resultados falsos positivos o el sobretratamiento. En otras palabras, el daño colateral debe desdeñarse al redactar estas recomendaciones de detección.

Aunque el debate sobre la detección del cáncer es ahora una discusión equilibrada de los beneficios y los daños, muchos pacientes aún están sujetos a evaluaciones más agresivas de lo que recomiendan las guías que debemos respetar los médicos, lo que puede deberse a la creencia de que ningún daño es mayor que el beneficio de salvar una vida.

Lo peor de todo es que, al examinar números, la detección del cáncer no es muy efectiva. Utilizando estimaciones optimistas de su beneficio, es, en el mejor de los casos, medida mediocre. Por ejemplo, en el mundo real, cuando se somete a mastografías bianuales a un universo de 100 mil mujeres menores de 50 años, en el transcurso de una década suceden 34 muertes por cáncer de mama, de las cuales pueden evitarse solamente 4 a cambio de sobrediagnóstico y tratamiento innecesario en cientos de ellas que son sometidas a medidas dolorosas y riesgosas como mastectomías radicales o radioterapia sin estar enfermas. Si hablamos de hombres y cáncer de próstata, una enfermedad insidiosa y habitualmente poco letal, la práctica de determinación indiscriminada de antígeno prostático específico requiere que 27 hombres deban ser “oportunamente” diagnosticados, operados para remover la próstata y sometidos a quimioterapia, para evitar una muerte por cáncer prostático en el transcurso de 13 años. La mastectomía provoca estrés emocional debido a una imagen corporal alterada; la prostatectomía puede causar incontinencia urinaria y disfunción sexual.

Aunque estas medidas, al detectar temprano más casos de cáncer potencialmente tratables salva algunas vidas, muchas más personas continúan muriendo de cáncer a pesar de ello. Uno puede preguntarse si un cribado más agresivo podría prevenir las muertes que ocurren a pesar del procedimiento estándar. Por ejemplo, se ha sugerido un tamizado más frecuente o el uso de métodos diagnósticos adicionales como ultrasonido complementario o resonancia magnética para pacientes con alto riesgo de cáncer de mama.

Ponderar beneficios y daños es especialmente difícil cuando se compara el beneficio de prevenir una muerte por cáncer con un daño menos grave pero muy común. La medicina siempre implica disquisiciones difíciles, como el análisis de costo-beneficio de nuevos tratamientos o el equilibrio de la calidad de vida con la cantidad de vida de una sola persona.