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DERECHO DE CORREGIR A LOS HIJOS Y LA OBLIGACIÓN DE EDUCARLOS

En la actualidad se vive una crisis de valores en la juventud, debido a que los padres del nuevo milenio, se sienten temerosos para educar a sus hijos, buscando evitar hacerlo con mano fuerte, tal vez como ellos fueron formados, dejándolos en completa libertad para la toma de decisiones, y confiando en que tendrán la suficiente madurez e inteligencia para tomar las correctas, dejando de lado que justamente, ese es el trabajo de un padre, educar, orientar y reencauzar el camino de los hijos, trabajo que no es fácil, pues en ocasiones es necesario actuar con fuerza y hasta con imposición, justo es ahí cuando surge la duda, ¿hasta dónde es posible, conveniente y natural, utilizar esos métodos estrictos de educación?, ¿cómo ser capaz de identificar cuando se ha sobrepasado el límite de una educación con valores y con ética y se ha llegado a violentar a los integrantes de una familia?.

La difícil tarea de educar a un hijo, como derecho y como obligación, formándolos como personas libres, responsables y sobre todo de bien, requiere de paciencia, madurez, constancia, fortaleza y buen criterio entre otras tantas cosas, pues educar, implica mucho más que darles alimento, vivienda, salud, vestido, escuela, bienestar, descanso y diversión, incluye proporcionarles un ambiente familiar adecuado, en el que haya confianza, comunicación y respeto, todo con el objetivo de que los hijos sean felices y personas realizadas.

Pero la educación hacia los hijos, también tiene su lado “malo”, pues ser un padre responsable implica exigencias, imponer disciplina y orden, enseñar, más que con las palabras, con el ejemplo de lo que es correcto e incorrecto y consecuentemente, enderezar y corregir a tiempo, las debilidades de los hijos, teniendo la fortaleza de “sancionar” de alguna manera sus malas conductas.

La responsabilidad de cumplir con ese proceso, corresponde principalmente a los padres, tutores y familiares, con niñas y niños a su cargo, pero en algunos casos han considerado que con el castigo a base de golpes se educa y corrige a las y los niños,  existiendo un error acerca de esta idea, ya que la violencia tanto física como emocional, tiene consecuencias en el desarrollo del menor; y una manifestación del cual muchos padres hacen bandera, es el de “a mí también me educaron a golpes y no me ha quedado ningún trauma”. El uso de la violencia nunca puede tener fines educativos. Ante todo, se debe respetar la integridad física y psíquica de los menores, así como el desarrollo de su personalidad y su dignidad.

Hay que tener en cuenta que hay un tiempo para aprender a educar, y es que la niña o el niño necesita que el padre y la madre o tutor le fijen normas y límites; ya que, si estas no existen, la o el niño sentirá que los padres no le prestan la atención necesaria y por lo tanto se creerá libre de adoptar cualquier conducta. Sin embargo, para imponer ciertas normas y límites, no es necesario recurrir al castigo físico, si se logra que la relación entre padres e hijos, las niñas, los niños y adolescentes sean respetados como personas, y sean escuchados, se habrán puesto los pilares fundamentales para la resolución de los conflictos por vías excluyentes de cualquier violencia.

 

Trabajo realizado por Brenda Quijas de la Riva

Para obtener el grado en Maestra en Ciencias Forenses y Victimología

Universidad Autónoma de Durango, Campus Zacatecas.