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DEL DICHO AL HECHO HAY MUCHO TRECHO

Jaime Santoyo Castro

La conseja popular expresada en dichos es parte de nuestra cultura y se basa en la experiencia probada a través de múltiples acontecimientos de la vida en comunidad que siguieron la misma ruta.

El conocido dicho «del dicho al hecho hay mucho trecho» es aplicable de manera especial al ámbito político, pues a lo largo de la historia y en diversos países, se ha visto frecuentemente una distancia entre las promesas hechas por los políticos y su concreción en acciones tangibles, lo que genera reclamos, desilusiones, y desconfianza. Se dice que las promesas son peores que las mentiras, porque no sólo hacen que la gente las crea, sino que les hace también tener esperanzas.

Muchos de quienes desean obtener un cargo, recurren a una serie de promesas que luego incumplen cuando llegan a la posición anhelada. Esto es; utilizan el engaño como medio para obtener la confianza de los órganos decisiorios primero, y de la ciudadanía después, prometiéndole que va a realizar una serie de acciones orientadas a atender las demandas de la población, en temas tales como combatir la corrupción, recuperar la paz y la seguridad, generar empleos, proteger la salud, mejorar la educación, etc; dicen, simplemente, lo que la gente quiere oir, a sabiendas de que difícilmente van a cumplir.

Sin embargo, una vez en el cargo, pueden enfrentarse a la realidad de que algunas de estas promesas son difíciles de cumplir debido a restricciones presupuestarias, oposición política o falta de compromiso con su palabra, entre otros obstáculos.

Las circunstancias pueden cambiar después de que un político asume el cargo. Esto puede deberse a eventos inesperados, crisis, cambios en la economía global, etc. En tales casos, las prioridades pueden cambiar y las promesas originales pueden no llevarse a cabo. Muchas veces, las palabras y el discurso son usados estratégicamente en los discursos políticos para construir una imagen o un relato. Este uso de la retórica no siempre se traduce en acciones concretas.

Hay que tomar en cuenta que en nuestro sistema democrático con múltiples partidos o facciones, cumplir promesas puede requerir la formación de coaliciones o la negociación con otros grupos, lo que conduce a establecer compromisos que diluyen o cambian las acciones originales propuestas. Los políticos a menudo enfrentan presiones de grupos de interés, o entidades poderosas que pueden influir en las decisiones políticas, alejándolas de las promesas originales o de los intereses de la base de votantes.

También es cierto que en algunos casos, los políticos pueden perder la conexión con sus bases y, con el tiempo, tomar decisiones que no reflejan las necesidades o deseos de quienes los eligieron. A veces, las promesas políticas pueden ser viables en teoría, pero difíciles de implementar en la práctica debido a burocracia, resistencias institucionales o problemas técnicos.

Esta discrepancia entre los dichos y los hechos en la política puede llevar a la desconfianza y el escepticismo hacia los líderes y las instituciones y por ello es importante para los ciudadanos informarse, primero para analizar el alcance y viabilidad de las promesas, y también para estar atentos a las acciones de sus líderes, y exigir rendición de cuentas para garantizar una democracia saludable y funcional.