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De la mazorca a la lechuga

Irene Escobedo López

La táctica jacarandosa del Presidente López Obrador para tomar (evadir) con humor todo lo que le resulta incómodo parece ser una constante en las mañaneras. Y si bien es cierto que resulta gracioso y a pocos interesa cuánto papel sanitario usa el mandatario la respuesta no resulta ser tan irrelevante. AMLO narró entre risas un hecho histórico que atribuyó al escritor tabasqueño Carlos Pellicer Cámara cuando en sus narraciones, casi siempre alusivas a la pobreza, menciona el uso de la mazorca y otros utensilios para fines de higiene íntima. 

Fuera de broma y lejos de la historia, un hecho por demás actual y ante el que el Gobierno Federal, la Secretaría de Hacienda y los Legisladores han cerrado los ojos, es la durísima realidad de niñas y mujeres mexicanas en situación de vulnerabilidad que deben pagar las toallas sanitarias como objeto de lujo, no esencial.

El uso todavía cotidiano de trapos, hojas de maíz, coco, quizá hasta lechuga en la higiene íntima de las mexicanas más vulnerables no es para nada una gracia; habla de la desigualdad que perdura en este país, de la invisibilidad ante una necesidad biológica no electiva, un tema que mientras no sea abordado con seriedad, regulado para que el costo de las compresas sea accesible para todas, seguirá siendo un motivo de inequidad, un acto inicuo.