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CONFLUENCIAS

Los días y los años 

Arturo Gutiérrez Luna Unidad de Estudios Jerezanos

Las dos décadas que van de 1930 a 1950 constituyen una puesta en orden de aquellos términos sensibles en la explicación de fenómenos fundamentales de la civilización mexicana. 

¿Valores para qué? ¿Imbuirse de una visión ética para qué? En el umbral de la segunda mitad del siglo XX, Francisco Larroyo emprende la encomienda cultural con la cual hace radicar con la valentía como si se tratara del avivamiento de la crítica, La espiral de la vida en Francisco Larroyo acaba convirtiéndose en arte del pensar que asciende a los cielos de la cultura; Tal como puede sospecharse, en sus escritos late el fuego eterno en el vértigo de la cultura. 

La escritura del intelectual que nos ocupa se interesa en propagar ese fuego del bien cultural a campo traviesa. Sus trabajos se orientan en los años 1930s en la comprensión de cuestiones éticas, emprendimientos pedagógicos y explicaciones filosóficas. Son años de formación como docente, como filósofo.

En 1934, imparte clase de Lógica y Ética en la Escuela Nacional Preparatoria. Introduce cambios en los Planes de estudio. A partir de 1935, una vez se ha graduado de Doctor en Filosofía, la producción de su obra se abre camino en la opinión pública. ya convertido en doctor su productividad es imparable, además de significativa en cada área de conocimiento en la cual prepara sesudos estudios que sirven de fundamentos a sus gestiones pública. 

Larroyo está fundando una línea de investigación con énfasis en la ética, los valores, la historia y la crítica. Durante 1936, se publica su libro La filosofía de los valores, en el cual enfatiza que sin asumir una perspectiva ética, por ello humanista de los hechos, no puede ni debe explicárselos, sino con deficiencias y alteraciones. Este mismo año, luego del lamentable deceso del Dr. Ezequiel Chávez, Larroyo lo sucede en la cátedra de educación. 

Este es el año en que se publica Los principios de la ética social: concepto, axiología y realización de la moralidad. Asimismo, pone en circulación su traducción de El ABC de la filosofía crítica, de Paul Nardop Son textos valiosos por la sistematización de sus temas, por el tratamiento riguroso de sus aspectos más escabrosos y obras valiosas en el tratamiento dinámico, entendible y directo. Asimismo, especial atención merece su ejercicio de la crítica como rasgo fundamental de su obra en este periodo en el cual se presenta como intelectual pensador de su circunstancia. 

En el año 1937 se funda el Instituto Politécnico Nacional. Publica en la editorial Logos, El mundo del socialismo. Una bibliografía comentada de las publicaciones sobre el socialismo. Entrega al público su importante pieza Los principios de la ética social. Aparece también su obra Bibliografía general y comentada de las publicaciones sobre el socialismo. 

Corriendo el mes de octubre del año de 1939, Francisco Larroyo saca la casta como intelectual pensante de su entorno a propósito de la conferencia magistral del trasterrado español el filósofo José Gaos. En primer lugar hemos de señalar que la intervención de Larroyo en el evento tomó tintes no sólo de conversación, sino de polémica pública ante la conferencia. 

Tal como es de todos conocido, en la conversación resulta prioritario el encuentro de perspectivas distintas, conviene su exposición de las implicaciones de cada una de las perspectivas. Para continuar, indiquemos que, con esta colaboración, Francisco Larroyo adquiere un honor de rigorista entre la comunidad de exiliados españoles y en medio de la intelectualidad mexicana el prestigio de polemista a quien es digno de responder. En ambos casos, su fuerza retórica es admirada y respetada. Con el título “Filosofía de la Filosofía”, la conferencia es impartida en la entonces naciente Casa de España en México, a un año de su fundación por el Presidente Lázaro Cárdenas. 

La exposición de José Gaos se centra en apuntar una idea de la filosofía. Por el contrario, las consideraciones de Larroyo muestran una mesura desplegada en señal de respeto y estimación por su interlocutor. Sin embargo, sus palabras cautelosas, llevan una fuerte carga de retórica y se expresan lo mismo con escrúpulo que con seguridad. En toda esta década, Francisco Larroyo apuesta por la decantación de las palabras, las sopesa, les exprime el sentido, las hace acatar su significado más profundo, y despega con ellas en un vuelo del pensar interminable. Esas palabras de Larroyo en sus libros se vuelven pronto en un discurso con un sentido más grave. Al sentido de urgencia, se suma el de la inteligencia, el de la suspicacia capaz de entender los tiempos.