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CONFLUENCIAS

Arturo Gutiérrez Luna Unidad de Estudios Jerezanos

Advertencia

En esta entrega se atiende al análisis de los conceptos fundamentales asociados con la biografía intelectual. Una consideración de los tópicos asociados a esta temática posibilita la reflexión con miras a estructurar una reflexión más profunda y ordenada de acuerdo con criterios asociados con la historiografía.

Algunas pistas

¿Qué apuesta encuentran los lectores en la obra intelectual de Francisco Larroyo? ¿Cuál es la apuesta cultural cuya consumación alienta los pasos analíticos y retóricos en los cuales se involucró el ilustre filósofo jerezano? ¿De qué va su aporte a la cultura y a las humanidades? Acaso la investigación sobre Francisco Larroyo pasa por otro aliento si la crítica se propone la reconstrucción de su vida intelectual.

La revisión de las investigaciones sobre Larroyo centra su atención en los tópicos pedagógicos los cuales dan sentido a toda su obra. Diversos análisis han encontrado un anclaje del tema pedagógico con la filosofía, con la lógica, con la ciencia y la ética. En este sentido, leer a Larroyo supone una apuesta por el abordaje técnico que propone su escritura sobre los temas más disímbolos. Es, ante todo, escritura académica.

En sus páginas impera la explicación de su temática de acuerdo con las precisas conceptualizaciones de la disciplina en cuestión. Un estudio más cabal implicaría el análisis de las diversas temáticas abordadas en sus obras. El análisis de la vida y obra de Larroyo obliga a la revisión del espíritu que alienta su producción. Ese espíritu tiene que ver con la libertad de credo, con la libre circulación de las ideas.

Esta crucial consideración de Escobar en torno al respeto que esta obra de Larroyo ha alcanzado en el entorno del siglo XX resulta contundente: Al ilustre filósofo jerezano se le respeta; se le estima; es portadora de un prestigio el cual la mantiene viento en popa durante décadas. No es de extrañarse puesto que Larroyo escribe a la sombra de la modestia, pero con el desparpajo de la iluminación.

En efecto, el ilustre intelectual permea la sutil observación suficiente para desvelar los misterios. De ahí que su quehacer se comprometa con la creación de un discurso leal a las lecturas, pero igualmente, cabal en su ex- posición de las ideas. Hombre de letras cuya expresión revela y mediante cuyo discurso en- tiende mejor el lector en turno.

Por ello Larroyo es considerado un profundo y riguroso discutidor de las ideas las cuales difunde, explica y refuta en la medida de lo posible. De ahí que resulte peregrino sostener que la interpretación sobre Larroyo asentada sobre el prejuicio de que sólo se ocupa de resumir textos de otros.

Al contrario, su obra apunta claramente en términos de cauta y pormenorizada explicación indispensable para la discusión. De esta manera, Larroyo alienta la discusión de las ideas de la forma más profesional posible.

El constristado polemista

Recién ha comenzado a publicar su obra primera1 , Francisco Larroyo se convierte en un contristado polemista, mediante cuyo ejercicio atenta contra la ignominia, la zafiedad a partir de la sobriedad y la mesura. Si en 1939 llamó la atención la polémica inteligente con la cual Larroyo irrumpe en el cielo de la filosofía española al contestar a José Gaos, es posible atestiguar la estructuración de un método lógico, retórico mediante el cual atreve a justificar su perspectiva de pensamiento2.

Otro caso paradigmático lo encontramos en El romanticismo filosófico, de 1941, libro en el cual asienta su perspectiva ante la ponencia que Joaquín Xirau había presentado el año anterior3.

En primer lugar, Larroyo presenta un resumen completo de la conferencia del pensador español para, en segundo lugar, precisar su posición y su crítica. Pocos años después, al ter- minar la década de los 1940s, su nombre aparece vinculado a una fuerte discusión esta vez en torno del existencialismo y la fi- losofía de lo mexicano4 .

Desde la perspectiva del filósofo jerezano, la discusión de la filosofía tiene más que ver con la vida que con la muerte. Según Larroyo, el fomento de la discusión de las ideas cobra sentido en el trabajo cultural desplegado mediante libros y la creación de revistas culturales y literarias. En todo caso, se trata de publicaciones donde se atesora el ejercicio de la crítica, espacio de la cultura en el cual se da pie a la puesta en escena de las ideas y argumentos en su máximo esplendor.