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Aunque el país se detenga

Por José Guillermo P.H.

Como si los gobiernos estatales y municipales no hubieran sido electos por la misma gente que eligió al Presidente de la República, muchos de ellos incluso en la misma elección, el Gobierno de México -nótese que evitan en la medida de lo posible hacerse llamar gobierno federal- decidió hace tiempo que no habría recursos para que estados y municipios desarrollen los proyectos que consideren necesarios. 

Estas son acciones centralistas contrarias al federalismo que tanto defendieron personajes como Francisco García Salinas que se oponían a la instauración de un poder central, logrando que fuera reinstalado el federalismo de manera definitiva tras la derrota de Maximiliano de Habsburgo y la restauración de la República.

Es tarea de los legisladores dar la pelea por el federalismo y la soberanía de los estados, exigir que se respete el mandato constitucional que en su artículo 40 establece:  “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”

En la labor de los legisladores recae el espíritu del federalismo mexicano, pues son ellos quienes representan a sus estados y municipios ante el gobierno federal -o tal vez ya deberíamos llamarlo gobierno central-, para abogar por sus necesidades, pues difícilmente un poder central estará tan enterado de la realidad de cada comunidad y de cada región del país como lo están los gobiernos locales. 

Por eso se ha defendido tanto el federalismo a lo largo de nuestra historia como nación independiente. Primero con la Constitución Federalista de 1824 que se promulgó tras terminar con el imperio de Agustín de Iturbide; después, cuando Antonio López de Santa Anna era presidente de México durante el periodo de la República Centralista, fue Francisco García Salians, entonces gobernador de Zacatecas, el primero en revelarse contra el poder central durante la Secesión de Zacatecas, más tarde le seguirían los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Tabasco y Yucatán. Fue en este mismo periodo en que Texas logró independizarse y México perdió más de la mitad de su territorio. La siguiente ocasión en que los federalistas debieron oponerse a un poder central fue durante el imperio de Maximiliano de Habsburgo, y lograron prevalecer. Incluso durante el porfiriato se mantuvo una forma de gobierno federalista, aunque la soberanía de los estados estaba claramente debilitada debido a la concentración de poder en una sola persona que se vivió durante aquel tiempo.

Históricamente, la centralización excesiva del poder ha traído resultados catastróficos para nuestro país, ahora en pleno Siglo XXI y luego de que varias universidades entraran en paro por la falta de recursos, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no cedería a las presiones aunque el país se detenga. Eso ya quedó demostrado, pues el país está detenido: el crecimiento económico está detenido, la creación de empleos está detenida y los gobiernos municipales y estatales están detenidos, todo en pos de centralizar el ejercicio de los recursos. Una vez más es tiempo de defender el federalismo para evitar añadir una catástrofe más a nuestros libros de historia.

Imagen del enlace en redes sociales: Cuartoscuro