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¿A quién le sirve el voto útil?

  • Jaime Santoyo Castro

 La ventaja que se deja ver en las encuestas a favor del candidato de Morena a la Presidencia de la República ha impulsado a voltear tanto a los candidatos, como a los partidos políticos, a los analistas, a los estrategas y a los periodistas, a apostarle a lo que ha dado en llamarse como “voto útil”, para calcular quién ganará la elección. 

En la elección de 1988 por primera vez se habló del “voto útil”. Fue como una salida de emergencia que utilizaron los partidos de oposición al ver que sus propuestas no eran suficientes para atraer el voto del electorado, y emprendieron la tarea de “estimular” a los “no convencidos” a votar contra el sistema. Al efecto, el ingeniero Heberto Castillo declinó a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, a quien no obstante los resultados no le fueron favorables. La verdadera izquierda representada por Don Heberto Castillo cedió y orientó el voto útil a Cuauhtémoc, y su grupo, pero no fue útil a la nación.

En el 2000, el gris desempeño de Zedillo, alejado por convicción propia del partido que lo llevó al poder, la gran prosapia de Fox y su aparente frescura, su estrategia mercantilista contra el que señaló como sistema podrido, hicieron eco en el voto volátil, que fue útil a la causa de la derecha y el señor de las botas se alzó con el triunfo en la presidencia, aunque causó una gran desilusión por su nula experiencia para gobernar y su soltura con las intromisiones de su esposa Martha en el ámbito de sus decisiones. Cabe señalar que el voto útil fue útil a la derecha, pero no le fue útil al país.

En la elección de 2012 hubo una combinación de resultados. Doce años de gobierno del PAN, sin mostrar avances o cambios significativos, impulsando la corrupción generalizada y los “moches”, más la ineficiencia del equipo gubernamental; el carisma de Peña Nieto, miembro del grupo político más poderoso de la República, y el miedo contra AMLO como un peligro para la nación, resultó y el voto útil favoreció el regreso del PRI a los Pinos. Una vez más, el voto útil funcionó a favor de un grupo de poder, pero no se demostró que favoreciera a la nación. . 

Es lamentable que los partidos y candidatos, carentes de argumentos o propuestas para conquistar al electorado, opten por el camino más fácil, de insultos, de mentiras, agresiones, acusaciones, rumores, diatribas, amenazas, miedos, odios, etc; y así marear al electorado no comprometido con un partido, calentarle la cabeza contra el puntero, para por eliminación, obtener su voluntad, haciéndole sentir que no desperdicie su voto por quienes no tienen posibilidad de ganar, ni por el puntero, y deje sentir su apoyo al segundo lugar o a favor del sembrador de discordias. 

El «voto útil» es una herramienta de aquellos que reconocen que su propuesta no es convincente, y que hay que cachar al electorado, aunque sea por una sola ocasión, pues es bien sabido que el voto útil no significa lealtad eterna. Para quien lo obtiene, es una gran comodidad, pues es un voto sin compromiso. 

Hoy, vemos una ansiedad de Anaya e incluso de AMLO por ganarse el voto útil del electorado del PRI, a quien consideran perdido, pero no reparan en que no es agradable unirse con quien te ha insultado, obstaculizado, boicoteado, deslegitimado durante años no es nada fácil. Es prácticamente imposible.

A Meade, Anaya y al Bronco los hemos visto enfocar duramente sus baterías contra AMLO renovando la estrategia de miedo, al subrayar los errores, desaciertos, resbalones, mentiras, falacias, y alianzas vergonzantes, para impedir que el voto útil se oriente a favor del tabasqueño.