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A 100 días de gobierno, recuperar la confianza

Irene Escobedo López

Cuando el nombre de David Monreal salió a la luz como candidato a la gubernatura por el Estado, respaldado por la coalición Juntos Haremos Historia, le devolvió el alma al cuerpo a los zacatecanos. Fue la ilusión de recuperar en parte, la lucidez que tuvo el estado hace tiempo.

Incidentes más, incidentes menos, la llegada de David Monreal al Gobierno fue acogida con confianza. Las expectativas fueron positivas sea por la fuerza del apellido que por las que parecían buenas intenciones, sobre todo durante el proceso de entrega recepción, etapa en la que se vio a un gobernador electo combativo, decidido y en control del aparente desorden encontrado.

Llego con el pie derecho, una toma de protesta pulcra, el discurso justo, la gente necesaria y mucha cautela a la hora de acusar a los actores del pasado, más no sobre las acusaciones mismas, esas si afloraron con ferocidad. El discurso inicial parecía determinante, pero era solo el preaviso de la vorágine que se destaparía para Zacatecas sobre todo en materia económica. 

Las buenas nuevas pronto fueron malas noticias y el magisterio, la burocracia, los pensionados y hasta los taxistas confrontaron y retaron a la nueva gobernanza con movilizaciones y cierre de calles y de edificios públicos. Para la estira y afloja se requirió de la intervención del presidente, había tela de donde cortar para traer beneficios, respuestas a Zacatecas. Y David Monreal salió fortalecido. En ciudad administrativa las aguas retornaron a su cauce mientras afuera, la guerra contra la delincuencia, abriría otro debate.

El filtro, la óptica con la que desde arriba se observa la desigual guerra contra la delincuencia, parece no ser compartido. La ciudadanía tiene otros datos, otra opinión. En consecuencia, los zacatecanos calificaron al gobernador como antipopular.

El manejo de la seguridad publica en Zacatecas, acertada en su plano teórico, insuficiente aún en el terreno práctico dio pie para que la ciudadanía asumiera el discurso del gobernador como una simulación.

Las imágenes inquietantes tras los hechos de violencia, aunado al desorden económico, las nuevas exigencias en materia de multas e impuestos estatales, fueron elementos suficientes para revertir la confianza de los zacatecanos en su gobernador.

Si bien es cierto, la función del gobierno no es la de expresar lo que los ciudadanos quieren escuchar, resulta cierto también que el afán de David Monreal por serenar los ánimos a través de un discurso pasivo y tranquilizador ha creado confusión entre la población.

Se ha sobre entendido la postura del gobernador y para muchos resulta como una presunta falta de honestidad para reconocer aquellas situaciones que afectan gravemente a la entidad.  A cien días de gobierno David Monreal está a tiempo, el barco puede virar. La clave es recuperar la confianza, más claridad en el discurso, transparencia para desestimar malas interpretaciones en un mensaje que aún puede resultar esperanzador.