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De mis Recordaciones: Nela Terrazas

AMPARO BERUMEN


Cantar es resonar con el Universo, es mi forma

de estar en este mundo y Honrar la Vida.

Nela Terrazas, cantora tampiqueña.

A TAMPICO… con Amor. Hace tres lustros, en el Espacio Cultural Metropolitano se presentó Nela Terrazas en Concierto, en el marco de sus entonces veinte años de carrera profesional, y cantó A TAMPICO… con Amor. Le acompañaron dos de sus músicos que durante los últimos diez años habían vivido con ella en diversos foros, la aventura inalienable de esparcir el verso armónico, con el único fin de dar curso a la esperanza. Y de Tampico una alineación de primer orden: Evaristo Aguilar y Jorge Valdés –en las percusiones y la batería respectivamente–, y en actuación especial nuestro jaranero y cantautor Ramón Chávez.

Nela Terrazas tuvo su primera guitarra a una edad temprana. Participó reiteradamente en el Festival Ernesto Cortázar de nuestro puerto, ganando una de sus ediciones. En 1974 fue invitada por el reconocido músico y compositor tampiqueño, el Maestro Ramón Alarcón, a ser parte de un grupo que después bautizaron con el nombre de Shalom, cuyas presentaciones muchos recuerdan con emoción. Nela fue también cellista de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, y Médico General titulada en 1978 por la Facultad de Medicina de la UAT, oficio que ejerció aquí durante algunos años.

Pero a la deriva en la que se encuentran a veces los veleros sobre la mar, se encontraron también sus sueños. Quizá por ello emigró del puerto y empezó a pincelar sus pasos en color variado, con palabras–música, con ansia y dolor en letras, acción introversa de la existencia. Y al poner el destino las barajas sobre su mesa aprendió a jugarlas, a vivirlas, a transformarlas. También a fracasar y a empezar de nuevo teniendo todavía en ese tiempo un espectro escaso de satisfacción, de felicidad. ¿Dónde se encuentra la felicidad –me pregunto yo–, en este tiempo de adelantos, de mayor esperanza de vida, de mayor comunicación? Quizá en pensar lo que sentimos y en sentir lo que pensamos…

“Era una tarde–noche de Noviembre del ‘88 –me dice Nela en una plática–. Recorría Cuernavaca en busca de trabajo y llegué a un lugar llamado Flamingo Jazz Bar. Me dijo el dueño que ya tenía cubierto el puesto. Al salir cabizbaja con guitarra en mano igual que otras veces de otros lugares, vi llegar al Maestro Juan José Calatayud. ¡Maestro! ¿qué anda haciendo aquí? Él con su sencillez me contestó que tenía cuatro años tocando en ese bar. Y yo que iba de salida me regresé. Al poco rato el dueño del lugar me preguntó si me gustaría aventarme el “palomazo” con el Master. Acepté encantada diciendo: “no sé si el Maestro quiera”. Y allí empezó todo: trabajo, estudios, formé mi primer grupo musical, y grabé mi primer disco “Boleros, Bossa–Nova y algo más” con mi entrañable Maestro Calatayud en el piano. Era 1990. ¡Cuántos conciertos y presentaciones en diversos teatros del país con el Maestro! Después vinieron otras cosas. Hice hasta una gira por las plataformas de PEMEX que duró dos semanas: veinte conciertos en escenarios flotantes en medio del mar, llevando mi equipo en helicóptero; las escenografías era las cocinas y los comedores de aquellas plataformas en el mar de Campeche.

“Dios mío, cuánto cantar… y lo agradecía harto, pero después de esos ocho años necesitaba otro aire. Fue entonces cuando inicié mi aventura en Boston: mis cuatro años en Berklee College of Music. Había deseado siempre ir a esa escuela. Además de todo lo que pude aprender, Boston fue mi encuentro conmigo, mi regreso a la nada. Pasé de ser una “diva” más o menos conocida en mis ciudades, a una alumna más que no sabía ni solfear un do. Tenía yo 43 años cuando recibí esas lecciones de humildad, de fortaleza, de fe, y me di cuenta que los milagros existen porque me pasaron muchos. Conocí el hambre y el frío del alma y del cuerpo. Ahí reconfirmé el invaluable regalo de la amistad porque gracias a mis amigos sobreviví.

“A poco de mi regreso a Cuernavaca, mi segundo hogar, grabé mis otros tres discos, entre ellos CuBrasil/2001/Cuernavaca, con mi amado Master. En 2003 decidí definitivamente “tirarme al abismo sin paracaídas” ya sin la “seguridad” de un ingreso semanal. El resto de la historia ya lo sabes porque tú lo has vivido conmigo” –me dijo la cantora amiga al final de nuestra larguísima charla.

Además de sus presentaciones en algunos foros de los Estados Unidos y Canadá, Nela Terrazas ya había participado en el Festival Afro–Caribeño de Veracruz, en el Festival Ortiz Tirado de Sonora, en el Festival CEIBA de Tabasco, por citar sólo tres. Y al cumplirse en 2008 veinte años de aquel viaje lejos del puerto, rindió homenaje a su ciudad junto a su familia, sus amigos, sus lagunas y ríos. Junto al mar. Junto a todos nosotros. Estuvo aquí para cantar A TAMPICO… con Amor. Ello quería decir –¿lo había pensado Nela?– que la noche de su presentación retumbarían con más fuerza los recuerdos en su cabeza. Palpitarían en sus honduras las emociones. Porque cantar ha sido para ella resonar con el Universo, ha sido su forma de estar en este mundo y Honrar la Vida.  

amparo.gberumen@gmail.com