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2 de Julio

  • Antonio Sánchez González, médico.

 “La democracia no es solo una elección, es nuestra vida diaria”, dice Tsai ing-wen, la audaz presidenta de Taiwan.

Fácilmente relacionamos la palabra democracia con períodos electorales y muchos, políticos y seglares, confunden el término con el hecho de tachar una boleta; circunstancia peligrosa que, desde mi punto de vista, nos toma a los mexicanos impreparados ante la inminencia de la que se ha llamado “la elección más importante de la historia de México”.

Si bien el concepto de democracia amerita diversas definiciones que van desde aspectos jurídicos hasta cosmovisiones y expresiones artísticas, es en el último término una oportunidad de crear comunidad. La democracia, para mí, representa una oportunidad para vernos al espejo.

Y ese espejo muestra al país absolutamente fragmentado por la desigualdad y no por la política ni por la personalidad de algunos de nuestros líderes. La desigualdad tiene al país partido en pedazos de la sociedad que rara vez interactúan más allá de lo que indispensablemente mandan las leyes del mercado, pedazos que son fácilmente evidenciables: revise su lista de contactos de WhatsApp y cuente el número de personas en cualquier chat en el que le hayan incluido que manifieste que votará por un candidato diferente al elegido por usted. No se sorprenda si no encuentra más de uno. Se ha dicho que México es muchos méxicos y la elección los encuentra distanciados, sordos y hablando en lenguajes diferentes. Casi enemigos.

La conversación entre estas fracciones de mexicanos distanciadas por la desigualdad se lleva a cabo a través de intermediarios tecnológicos: la discusión política se hace a través de redes sociales y bajo el cobijo del anonimato; ahí vemos cómo todas las emociones y sentimientos tienen cabida en la política y en esta elección, pero no precisamente cara a cara. El rencor, la confrontación, la mentira, el odio y el miedo se han hecho presentes en las páginas de teléfonos móviles tanto como en spots de radio y televisión. Las campañas han dejado de centrarse en el contraste para buscar el enfrentamiento, y ese es el verdadero peligro para México; las personas han antepuesto sus fobias y creencias a la búsqueda del diálogo, han hecho de la descalificación la base de la argumentación.

Las sombras de la guerra sucia entre políticos que ha sufrido México desde antes de 2006 infectan esta elección con el agravante de que las redes sociales se han usado como arma para generar confusión, atacar o calumniar; las discusiones y debates son necesarios en democracia, pero frente a frente, con vistas a la construcción de un diálogo y dentro de un marco de respeto. Democracia no es bloquear de tus redes sociales a quien manifiesta votar por cierto candidato, o la violencia encubierta por el anonimato facilitado por Facebook y Twitter a través de la denigración moral, social o intelectual de quien tenga preferencia política diversa.

El mismo espejo muestra a México ante una elección que podrían definir los jóvenes. La noche del 1 de julio será el momento para ver si los mexicanos jóvenes son capaces de mirar al país a través de los ojos y no de la pantalla del teléfono que llevan en la bolsa y de si tienen una percepción de México más allá de memes y vídeos. Salvo casos señalados, como el de los grupos de jóvenes en Jalisco que han decidido participar activamente en el proceso electoral y de grupos de estudiantes en contadas universidades (algunas en medio de escenarios desafortunados o frívolos), hoy no parece que la generalidad de los jóvenes mexicanos esté hablando del futuro y enseñando lo que para ellos representa la competencia por la Presidencia y el futuro del país.

Un proceso electoral debe responder a la exigencia social, y si las campañas carecen de ese contenido sucede lo que ahora, que muchas personas nos sentimos huérfanas de proyecto para México.

Es importante tener en cuenta en que por más que se hable de un momento de importancia capital, ni el país ni la democracia terminan en un proceso electoral. En el calendario hay 2 de julio.