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Zapata sin bigote: entrevista con Guillermo Arriaga, el bailarín

 

 

Por María Amparo GONZALEZ BERUMEN                                                                      

In Memoriam 

Enlazada a las expresiones vanguardistas internacionales, la efervescencia artística posrevolucionaria dio origen a la Época de Oro de la Danza en México, en la que se distinguieron figuras de incuestionable talento como el coreógrafo y bailarín Guillermo Arriaga quien, con el auspicio del Seminario de Cultura Mexicana y del Espacio Cultural Metropolitano, nos presentó en Tampico “La Danza en Video”.

                                                                          

¿Cuándo empezó a bailar, Maestro?

  • Desde que nací, pero no me dejaban. No… Yo realmente entré a mi carrera profesional a los 22 años. Quise ser bailarín de ballet clásico desde que vi por primera vez ballet, pero nuestra cultura es tan deficiente en ese sentido… Era muy difícil que un muchacho de 15 ó 16 años dijera a su papá “quiero ser bailarín”, entonces tuve que esperar. Primero fui teatrero, fui parte de los primeros grupos de teatro experimental en México, La Linterna Mágica, con el maestro José Ignacio Retes que acaba de fallecer. Nuestro artista Francisco Geada fue teatrero junto conmigo. Una de las cosas más bellas de mi estancia en Tampico es encontrar después de treintaitanos años, a mi amigo de toda la vida. También fui titiritero y mimo, fundé con Alejandro Jodorowsky el primer grupo de mimos mexicanos. Y repito: a los 22 años ya sólo avisé a mis padres, no les pedí permiso. Mi mamá lo recibió bien y mi papá puso una cara de este tamaño… Ahí comenzó. ¿Ahí comenzó la aventura? –Ahí comenzó esa aventura sadomasoquista que es la carrera de bailarín.

 

¿Qué despertó en definitiva su gusto por la danza?

  • Yo no sé si sea un poco genético porque mis padres fueron muy buenos bailadores de salón. Tenían hasta copitas de concursos, lo traíamos en la sangre. Tengo una sola hermana, nos queremos muchísimo y ella me decía (me dice manito): “oye manito, tú a Bellas Artes y yo al Blanquita”. Fuimos bailadores de jovencillos y hasta me alquilaban de chambelán.

 

Raquel Tibol ha dicho que su pieza Zapata, ha marcado un antes y un después en el desarrollo de la danza mexicana.

  • Bueno, le agradezco muchísimo a Raquel, yo la conozco desde que llegó a México. Raquel es completamente definitiva en todos sus conceptos, pero alguien por ahí dijo que la curva de la danza moderna mexicana inicia con la obra maestra La Coronela de Waldeen, con música de Silvestre Revueltas. Ahí comenzó la curva y se cerró con mi Zapata.

 

¿Qué le gusta de nuestro país?

  • Nuestro país… lo amo profundamente. Hoy hablaba de Tampico, de la belleza de su gente; estoy sorprendido, prácticamente no lo conocía. –¿Y nuestras etnias, nuestras danzas ancestrales? –Yo tengo dos aspectos muy queridos en Tamaulipas, principalmente su arte prehispánico, huasteco maravilloso, y por otro lado su folclor, sus raíces populares. Tuve el privilegio de dirigir el Conjunto Típico Tamaulipeco a finales de los años sesenta y soy un enamorado de los sones huastecos. Inclusive, a ese autor joven  Eugenio Toussaint le he preguntado por qué no hace un… un descubrimiento como lo hicieron los brasileros con el bossa nova. Elevar a nivel sinfónico los sones huastecos, y creo que ya está trabajando en la idea. Sería una modalidad, un arreglo digamos, una transcripción de los sones. -¿Un género? —Exactamente, como en otro sentido muy distinto lo hizo Moncayo con Huapango o lo que hizo Blas Galindo con los sones de mariachi por ejemplo. Pero la raíz es maravillosa, riquísima: los zapateados, un poco de flamenco, no sé…

 

Se ha dicho que el chamán de Salvador Dalí era Freud. ¿Quién es su chamán?

  • ¡Ah caray! Mmmm… fíjese qué curioso, yo tengo más amigos entre músicos y pintores que entre mi gremio. Yo podría tener dos chamanes: uno, papá Bach, y el otro ya más cercano, Miguel Covarrubias, a quien no se le ha dado ese lugar universal (se está cumpliendo el centenario de su nacimiento). Yo tuve la fortuna de estar cerca de él, fue un gran guía para mí, independientemente de arqueólogo, historiador, dibujante y un genial caricaturista que marcó toda mi vida. Pero en primer lugar papá Bach.

 

¿Su concepción de la libertad como valor supremo ha determinado esa plenitud que rige su vida?

  • Bueno… no es fácil, pero no fue imposible. Yo me opuse al dogma, a los católicos muy cerrados. Justamente un queridísimo amigo que iba para sacerdote, con quien estuve hablando toda una noche me dijo: “a ti lo que te gusta de la misa es el show, el espectáculo”. Yo respeto todo tipo de religión, todo tipo de fe, pero en lo que no estuve de acuerdo fue en el dogma. Fue una ruptura muy dura pero seguí… porque ya mi Zapata se estrenaba en Rumanía, Bucarest, por el mundo socialista. Yo era muy amigo de los comités comunistas y del Partido Popular; me jalaban para un lado y para otro con la idea de que me hiciera miembro, pero no me salí de la religión para entrar en un dogma político.

 

¿Es Usted un hombre de izquierda?

  • Sí. Sin partido y sin dogmas. Detesto los fanatismos, desde lo de Bush hasta… mejor no digo nada porque me corren del país.

 

¿Un personaje que le haya inspirado estas ideas socialistas?

  • Sí. Hay un personaje muy importante en mi vida: mi bisabuelo Don Ponciano Arriaga, un hombre intachable, muy distinto a lo que tenemos ahora… de ahí viene el Zapata que ya es cincuentenario, de ahí vienen un montón de cosas y posturas de mi vida. Mi bisabuelo murió pobre, triste porque él tenía ideas muy avanzadas que no pudo realizar. -¿No supieron interpretarlas? –No, no convenía. Tuvo muchas fricciones con Juárez… no le permitieron. El murió joven, cincuenta y tantos años; tuvo que tocar las puertas de San Luis Potosí, su tierra, para morir ahí. Es un paradigma que no tiene paralelo. El tomó la bandera de  Morelos y una de sus principales demandas fue la tierra. Luego en la tercera generación la tomo yo, otro Arriaga, con mi Zapata.

Cuéntenos de su relación con  el Subcomandante Marcos.

  • Sí, sí. En enero del ‘94 me tocó el levantamiento en Costa Rica. Mi primera esposa y mis hijos son mexicanos. El nacimiento de mi primera nietecita, hija de Emiliano, me tocó en San José. Una mañana me despierta Emiliano y me dice: “papá, tu país está en guerra”… Simpaticé con el movimiento por legítimo; mandé comentarios y unos corridos que hice. Una noche sonó el teléfono y lo contesté: –“Le habla Marcos” ¡Ah  caray! En casa me dijeron que me estaban cotorreando, pero sí, era Marcos para invitarme a la presentación de un documental en uno de los cines de la Ciudad de México. Esa fue nuestra relación. –¿Y sigue la relación ahora? –Sí. Acaban de bailar mi Zapata hace dos semanas en la selva Lacandona y Marcos no aparecía por ningún lado. Pensé que estaría en las Vegas, con las gordas en los shows (sonrisas) pero no, estaba en la selva. Hace poco lanzó unos comunicados en La Jornada con conceptos muy valiosos como siempre.

 

¿Ha admirado Usted a algún presidente de la república?

  • Al General Cárdenas. Tuve el privilegio de bailarle mi Zapata. Además me tocó la expropiación petrolera: hacíamos unos cartoncillos como tipo Abel Quezada, dibujábamos a los petroleros de aquí de Tampico con sus granos por acá en la nariz. Admiré al General Cárdenas… con sus errores.

 

¿Nombres de famosos en sus estrenos o presentaciones?

  • Muchos: Miguel Covarrubias, José Limón, José Ignacio Retes que me cambió de actor, a la danza. Fui muy buen amigo de Moncayo. -¿Y de Candelario Huízar? –Lo conocí por Miguel, pero contacto entrañable tuve con Blas, José Pablo, Chávez Morado, Carlos Mérida, Pepe Revueltas, Carlos Chávez y muchos entrañables como el tampiqueño Mario Kuri Aldana.

 

¿Algún texto de José Revueltas le  inspiró a poner una obra?

  • Cuando José Limón estuvo trabajando ya con nosotros fue muy bonito. Con un libreto de Pepe Revueltas y la música de Silvestre su hermano, pusimos “Redes”.

 

Usted ha dicho que siempre ha estado enamorado de la mar, a la que llama su “primera novia”. ¿Qué le dice a su novia de la  mar del golfo?

  • Hoy estuve con ella… Una de mis primeras cancioncitas estuvo basada en un poema de Alberti, de su libro Marinero en Tierra, y quien la cantó por primera vez en la vida fue Francisco Geada… Amo el mar Egeo, el Mediterráneo, el Pacifico, pero el Atlántico, la parte del Golfo, es como más masculino, más fuerte. Al Pacífico lo veo más femenino, muy bonito, bellísimo. Amo todos los mares, pero al Egeo lo adoro. Soy un enamorado de las islas griegas.

 

López Velarde dice en su poema que el mar es menos grande y menos hondo que el pesar.

  • ¡Que bello poeta López Velarde! No sé si conoció el mar porque él era zacatecano. -A Usted lo está entrevistando una zacatecana que conoce el mar. –Doble honor… de ahí viene Ponce, los Coronel, Goitia, Felguérez. Por Pedro Coronel conocí a mi primera esposa; su hijo vivió conmigo cuando Pedro me lo trajo de la prepa de Zacatecas. Lo echó ahí en mi casa. (A propósito del estreno del ballet “Balada del venado y la luna”, Pedro Coronel me obsequió un dibujo que conservo muy cerca de mí en el que aparece La Luna perfilada derramando una lágrima sobre el cuerpo inerte de su venado amado). Mi padre nació en Guadalupe… el bellísimo ex convento. Qué chiquito es el mundo, ¿ya ve? ¿o somos muy populares?

 

Sin duda debe tener muchísimas anécdotas. ¿Quisiera contarnos alguna?

  • Bueno, acabo de dar una conferencia la semana pasada. -¿Por el cincuentenario de Frida Kahlo? –Exactamente, porque Frida fue fundadora del Seminario de Cultura Mexicana (yo estoy aquí por el Seminario). Para esa conferencia se me pidió el prólogo que hoy voy a leer aunque no tiene nada que ver con “La Danza en video”, pero es a la memoria de Frida. De las anécdotas o vivencias más bellas que tengo, además de que bailé mi Zapata al General Cárdenas, es que lo bailé para Frida es su casa azul, pero ya no le digo más de esto porque vendo mi mercancía.

 

Cuando se publique esta entrevista, Usted ya habrá leído “su mercancía” al auditorio de Tampico.

  • Me la manda por correo electrónico. Ya estoy muy moderno pero el único que se lo sabe es él…

 

Y Guillermo Arriaga sonríe a su asistente mientras se encamina al escenario, satisfecho de su generación que así define: “Equipos de gente muy joven con renombradísimos como Tamayo, Chávez Morado o Diego Rivera que  colaboraron con nosotros como si también fueran chavos”. Y hay que agregar, por nuestra parte, que colaboraron también Leonora Carrington, Juan Soriano, escritores como Rulfo, Arreola, Revueltas…

Foto-con-Guillermo-Arriaga-1

NOTA: El título de esta entrevista fue tomado del libro que da cuenta de sus andanzas.