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Tierra Adentro

Amparo Berumen

Este Junio se ha cumplido un siglo de la muerte de Ramón López Velarde, y un siglo este junio de haberse publicado La Suave Patria. Un canto para el centenario de la Patria, el poema fue publicado en el tercer número de la revista El Maestro, en Junio de 1921.

Por su parte, la revista Tierra Adentro ha dedicado innumerables páginas en homenaje al poeta: “El nombre de Tierra Adentro fue tomado del poema No me condenes de Ramón López Velarde”. Para tener presente el poema y celebrar la constante juventud de su autor, así como para examinar lo que ha sido el caminar de la revista por casi cincuenta años, han invitado a estudiosos y críticos quienes “ofrecen con precisión, hondura y gracia estudios y recuerdos del inmortal jerezano”.

En el centenario de su partida, el poeta renace año tras año en líneas innumerables trazadas por fieles conocedores de su obra, imprimiéndole un tinte de interminable

De un ensayo de Elisa García Barragán, estos fragmentos: “Ejemplo de la vigencia de la obra velardeana es la puntual conmemoración que con motivo de sus aniversarios se lleva a cabo año con año y las ya muchas relecturas de su obra que ese afecto continuo propicia”. El escritor y poeta argentino nacionalizado mexicano, Luis Mario Schneider, afirmaba: “La celebridad se fecunda por devociones. No creo que en la historia de la literatura mexicana haya existido un poeta con mayor veneración…”

A un siglo de ausencia, Ramón López Velarde vuelve a anudar al poeta a este crecimiento. No hay duda de que la expresión “en tierra adentro” es englobadora de la sensitiva nostalgia por sus amores tempranos cuyo recuerdo, al lado de María Nevares que a tantos lectores sedujera por sus “ojos inusitados de sulfato de cobre”, también llamaba a la presencia de esas otras muchachas provincianas, tímidas, modestas, anhelantes y pudorosas como la Susanita Jiménez de Jerez…

En sus textos, Marco Antonio Campos apunta que López Velarde, como Borges o Neruda, cumple de manera ejemplar en sus escritos la exhortación de Baudelaire; “Sé poeta, aún en prosa”. En tanto, el leal estudioso de la obra velardeana Guillermo Sheridan, opta por contar –para su comprensión– la historia del poema que dio nombre al citado proyecto de revista agregando: “Pero tierra adentro es la forma concisa que tiene López Velarde de referirse a otros adentros: tiempo adentro; mundo, historia, amor adentro; muerte, sueño adentro. Es difícil leer el poema sin que ambas posibilidades convivan: tierra adentro es a la vez una acotación espacial, un signo en la ruta de la lectura y una declaración contrastada”.

A cien años de su adiós postrero, he aquí al engalanado JUNIO; he ahí los homenajes, los recuerdos. He aquí el poema:

Yo tuve, en tierra adentro, una novia muy pobre:
ojos inusitados de sulfato de cobre.
Llamábase María; vivía en un suburbio,
y no hubo entre nosotros ni sombra de disturbio.
Acabamos de golpe: su domicilio estaba
contiguo a la estación de los ferrocarriles,
y ¿qué noviazgo puede ser duradero entre
campanadas centrífugas y silbatos febriles?

El reloj de su sala desgajaba las ocho;
era diciembre, y yo departía con ella
bajo la limpidez glacial de cada estrella.
El gendarme, remiso a mi intriga inocente,
hubo de ser, al fin, forzoso confidente.

María se mostraba incrédula y tristona:
yo no tenía traza de una buena persona.
¿Olvidarás acaso, corazón forastero,
el acierto nativo de aquella señorita
que oía y desoía tu pregón embustero?

Su desconfiar ingénito era ratificado
por los perros noctívagos, en cuya algarabía
reforzábase el duro presagio de María.

¡Perdón María! Novia triste, no me condenes:
cuando oscile el quinqué y se abatan las ocho,
cuando el sillón te mezca, cuando ululen los trenes,
cuando trabes los dedos por detrás de tu nuca,
no me juzgues más pérfido que uno de los silbatos
que turban tu faena y tus recatos.

20/06/2001