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Tercera ola y vivir con la pandemia

José Guillermo P.H.

El incremento en los casos de coronavirus a nivel mundial ha encendido las alarmas; las acciones preventivas que están tomando las diferentes naciones responden a la realidad única de cada una y a las posibilidades que tiene la población para protegerse de un contagio.

En países como Francia las autoridades han declarado que la vacunación será obligatoria para el personal de salud, o de lo contrario perderán su empleo; además en aquel país se pedirá a las personas que quieran acceder a espacios públicos como teatros, cines o restaurantes, demuestren que han sido vacunados o en su defecto, presenten una prueba PCR negativa reciente.

Si esto parece impositivo ahora imagine las implicaciones de echar a andar un sistema de inteligencia artificial que utilizará desde la ubicación de nuestros dispositivos móviles hasta cámaras térmicas y de reconocimiento facial para no solamente detectar contagios ocurridos antes de que las personas desarrollen síntomas, sino que los expertos y partidarios de estas soluciones aseguran tendrían la capacidad de predecir futuros contagios y así poder tomar medidas preventivas. Algo así como un pronóstico del clima, pero para el Covid.

Otras naciones toman una ruta algo más blanda y aludiendo a la cooperación de las personas, por ejemplo, en EE. UU. las vacunas son tan fácilmente accesibles que si alguien no se ha vacunado es prácticamente porque no quiere, ahí sus esfuerzos se concentran en incentivar la vacunación y en combatir la desinformación tan extendida sobre el tema.

En México se habla ya del pronto regreso a clases presenciales, sin embargo los protocolos sugeridos por el gobierno dejan demasiado que desear y parecen ignorar la realidad de las escuelas; no toman en cuenta la infraestructura física y tecnológica tan precaria con la que cuenta la gran mayoría de las instituciones educativas en el país. Lo peor es que no se está invirtiendo en cambiar eso previo al regreso a las aulas. Incluso algunas de las recomendaciones de autoridades educativas parecen contravenir lo que la OMS y expertos internacionales recomiendan para disminuir la probabilidad de contagio -se hizo la extraña recomendación de que los niños tomen sus alimentos en las aulas, en lugar de acudir a un lugar bien ventilado en donde el riesgo de no utilizar cubrebocas sea menor-.

Difícilmente veremos en México alguna medida contundente para incentivar la inmunización, ya que en primer lugar aún no se ha puesto una opción de vacunación a disposición de todas las personas, por lo que no sería plausible exigir estar vacunado para entrar a ciertos espacios o realizar ciertas actividades. Aquí nos tendremos que conformar con seguir pidiendo a las personas que eviten aglomeraciones, mantengan una sana distancia y que utilicen el cubrebocas. Pero es necesario que todo el gobierno lo incentive y terminar de una vez por todas con comportamientos nocivos como el presentado por Manuel Bartlett cuando le pidió a un reportero se quitara “el bozal porque no se le oye ni entiende nada”.

El Dr. Hugo López-Gatell ya cambió de manera definitiva -por fin- su discurso con respecto al cubrebocas, ahora sí reconoce la importancia de utilizarlo y pide a los gobiernos estatales que ayuden a concientizar a las personas al respecto y a establecer políticas públicas para prevenir los contagios.

Así como en nuestro país no podemos esperar ver sofisticadas herramientas de inteligencia artificial que ayuden a prevenir contagios, ni una diferenciación importante entre lo que pueden hacer los vacunados y no vacunados, tampoco podemos esperar que se regrese al confinamiento estricto que se vio anteriormente. Ni la economía nacional ni la de las familias mexicanas pueden soportarlo; de ahí la importancia de hacer bien lo que sí podemos hacer.

Se trata de una responsabilidad de todos, no solamente del gobierno. Y si hay fallas en el sector público, el sector privado y la sociedad tiene la oportunidad de enmendarlas con responsabilidad y exhortando de todas las maneras posibles a las personas para que se vacunen; si el público no entiende que la vacunación es la única manera de regresar a algo parecido a la normalidad, jamás veremos el fin de esta pandemia.