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Septiembre de mi Suave Patria

AMPARO BERUMEN

A mi hermoso abuelo Melesio Berumen, su sonrisa inolvidable.

Mi idea de la patria ha sido aquella que retrata a los pobladores más aislados, a los más olvidados. Como en un espejo múltiple se reflejan aquí nuestras ocupaciones, credos, goces, tristezas. Es en estos ámbitos donde puede verse con más fidelidad el rostro de la patria, porque no son expresiones novedosas que obedecen a la fantasía o a lo que está de moda, sino a una fuerte carga emocional. Aquí se cultivan, desde la raíz, nuestros más viejos hábitos con sus signos esencialmente subjetivos. ¿Quién no quiere regresar al origen de las cosas con sus instrumentos y sus fines? Arraigo que no es aplazamiento sino hondo afán de atesorar, contra todas las transformaciones, lo intrínseco nuestro.

Mi idea de la patria es hacia dentro. Es el silencio de los indios nuestros hermanos y los otros silencios. Es echar en falta los lugares que no conozco y las cosas que no he hecho. Son los murales de Diego Rivera y el maíz y El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz. Son Las Mañanitas y las danzas a la virgen de Guadalupe, y en las calles los puestos de banderas tricolores. Son las canastas con flor de dalia, los huacales rebosantes en el mercado, el huazontle y el cuitlacoche. También el tequila que raspa en la garganta y el mezcal y el pulque.

Mi idea de la patria es la cocina de antes, la que se ha quedado en las casas como preservadora de las recetas de nuestras abuelas y sus recuerdos, dando respuesta a la añoranza de aquellos años. El esmero y la devoción con que cocinaban las abuelas nos siguen inspirando, porque esos sabores difícilmente se hallan en otra parte. Cocinas aromadas de lo autóctono que huelen a sopa de tortilla, de elote y rajas, de flor de calabaza. Huelen a mole, a frijol con orégano y queso, y a otros guisos de inmemoriales tiempos.

Mi idea de la patria es la casa velardeana de las tardes olfativas, que huele a intimidad de mi infancia y de mi pertenencia, y a letra que dicta que las casas de otro tiempo, no deben reemplazarse por torres de concreto sin memoria ni recuerdos. Pienso en nuestro país cultural y diverso donde los pueblos son, y no se discute por qué son o cómo podrían ser…

Tu tarde será simple, de ejemplar feligrés
absorto en el perfume de hogareños panqués
y que en la resolana se santigua a las tres.
Corazón: te reservo el mullido descanso
de la coqueta villa en que el señor mi abuelo
contaba las cosechas con su pluma de ganso.*

Estos días de la Patria nos obligan a los mexicanos a conocer más nuestra historia y sus personajes. No olvidemos que LENGUA y CULTURA son los grandes unificadores. México tiene una tradición ancestral y nosotros estamos llamados a fortalecer, con un sentido emulativo, esos principios regidos por la magia y el poder de lo oculto. Principios que ensalzan a Quetzlcoatl el benéfico, el descubridor de la agricultura. Principios que celebran el día y la la noche y los cuatro elementos que hacen posible la vida… ¿Qué hechos de nuestra historia originaron el movimiento de Independencia? ¿Qué hechos, la Revolución Mexicana? Es urgente hacer una reflexión nacional y dirigir la mirada hacia lo que viene, hacia lo que podemos construir, reconstruir. Nuestra historia pesa mucho, no se reduce a una fecha o a un gran suceso, mas es tan pobre el conocimiento que tenemos de ella…

Hoy estamos celebrando los mexicanos a nuestra Suave Patria. La celebramos en las voces de nuestros abuelos, de nuestros padres, de nuestros jóvenes y niños. La celebramos en estos tiempos adversos en que la contradicción coexiste con muchas cosas. La celebramos en medio de la pesadumbre que aqueja a las comunidades indígenas. La celebramos porque pese a todo prevalece en nosotros el deseo de mantener un sentido de belleza, de conciencia, de justicia en lo que somos. Y esto no es una cuestión de vocabulario. Es una cuestión de denuncia. No tengo tiempo para no ser libre –dice el poema…

*Mi Villa, Ramón López Velarde.

amparo.gberumen@gmail.com