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Los LeBaron y las otras victimas (invisibles) de la violencia

Por Irene Escobedo

Recientemente se ha vuelto a retomar el caso de los asesinatos de los LeBaron, en cuya memoria el gobierno de México buscará edificar un monumento, donde por supuesto no irán los nombres de Fernanda, de Fátima, de Sahara, Rubén ni de ninguno de los 18 mil mexicanos que fueron víctimas de violencia tan solo en el primer semestre del 2020, ni de las miles de mujeres asesinadas por feminicidio año con año. El homenaje no será tampoco para las madres que buscan a sus hijos desaparecidos. Se trata de honrar la memoria de una familia estadounidense, con quienes si bien es cierto y hay que destacarlo, nos hermana la condición de ser víctimas de una violencia desmedida y premeditada, por otra parte no hay afinidad ni empatía con su historia precedente, como para ser recordados como patrimonio de todos, que es el fin común y último de un memorial. Recordemos que su llegada a México fue en 1880, cuando el patriarca de la familia, Dayer LeBaron entro al país para contraer matrimonio y con fines de poligamia. Se fue del país cuando surgió la revolución pero luego regreso acompañado de sus dos nuevas esposas, como lo relata en un artículo de la BBC Mundo, la literata Rebecca Janzen. La de los LeBaron ha sido calificada por la prensa como una historia de fondo poco común en la que incluso el gobierno, en su momento se hizo de la vista gorda cuando “flexibilizo” el término de poligamia para justificar y permitir la presencia de esta familia en México. Es posible que el activismo que emprendieron por la paz los haya convertido en un objetivo para el crimen organizado pero tras de sí, los LeBaron generaron una serie de enemistades tanto en Chihuahua como en Sonora, donde se presume que la tierra de la colonia donde tradicionalmente habitan, pudo haber sido comprada ilegalmente, o adquirida mediante despojos, lo que dio origen a un largo conflicto con campesinos de la zona y los convirtió en los “invasores estadounidenses”. Pero la mala fama de los LeBaron no fue sólo resultado del antagonismo con el pueblo del Norte de México, sino además, de los conflictos familiares internos que desencadenaron en la muerte de dos de sus integrantes y otras anormalidades como matrimonios entre menores de edad, abusos y más poligamia. Los ataques externos, del crimen organizado, según la Prensa Internacional, comenzaron para los LeBaron en el 2009 cuando fue secuestrado un miembro de la familia y posteriormente, en 2011 asesinados dos más de sus integrantes. El clímax de ésta historia lo conocemos todos: La masacre donde niños y mujeres fueron injusta y cruelmente asesinados luego de ser emboscados, un final tan lamentable para los LeBaron como también para las más de 100 víctimas de violencia que a diario perecen en México, con la salvedad que esta vez solo habrá un monumento y los nombres estarán escritos en inglés.