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LA ILUSIÓN DEL MUNDIAL

Jaime Santoyo Castro

Una ilusión es una ilusión. La realidad siempre existe a pesar de la fachada; y cuando la fachada se desvanece, vemos la realidad. Influenciados por el amor a la camiseta, las televisoras, y los comentaristas deportivos, los mexicanos construimos afanosamente cada cuatro años, una fachada para llegar al mundial de futbol, con la ilusión de que esta vez cuando menos vamos a pasar a cuartos de final y nos acercaremos a ser campeones.

Sin embargo, a la hora de medirnos con los demás, la dura realidad nos da cuenta de que o no nos preparamos lo suficiente para ser competitivos, o de que el planteamiento táctico fue equivocado, y llenos de tristeza y de coraje terminamos por culpar al técnico, como si éste fuera el que se midiera en la cancha.

¡Nuestras ilusiones se van por el suelo! Una vez pasado el temporal, nombrado otro técnico, y con algunos otros jugadores, nos ponemos a construir una nueva fachada de posibilidades para el siguiente mundial, y así, llenos de ilusiones sucesivas, vamos avanzando en la vida sin que podamos ser campeones. Por lo menos yo lo he visto desde el mundial de Inglaterra en 1966. ¡Siempre lo mismo!

Lo más raro es que hemos visto cómo en paises en los que hasta hace poco no se practicaba mucho el futbol soccer, como Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Colombia, Camerún, Australia, Japón, Corea, Croacia, Senegal, etc; se ha desarrollado y vencen a las grandes potencias mundiales como Alemania, España, Inglaterra, Brasil, etc., pero nosotros seguimos igual o peor, pues ahora nos ganan hasta a los que antes vencíamos con facilidad.

¿Qué pasará? Será que estamos acostumbrados a vivir de ilusiones perentorias y de expectativas, sin forjar las condiciones que nos ayuden a cumplir nuestras ilusiones y en consecuencia escondemos dentro lo que realmente somos o nos dejamos engañar por lo que vemos alrededor.

Parece que viviéramos en un mundo el cual es un parque de juegos lleno de ilusiones, lleno de falsos caminos, de falsos valores y de falsas ideas y por eso repetimos sucesivamente las mismas fallas, los mismos fracasos; los mismos tropiezos que nos hacen caer y levantar una y otra vez pero que nos impiden avanzar.

Nuestro entorno está lleno de fachadas, y casi no observamos detenidamente nuestras realidades; por eso, lo que nos sucede en el futbol nos pasará en muchas cuestiones.

En el entorno familiar, en la educación, en el trabajo, donde esperamos ascensos y mejores ingresos, en los negocios, en la política donde elegimos cada tres o cada seis años a nuestras autoridades con la ilusión de que esta vez si; y no avanzamos. ¡Necesitamos forjar más realidades y menos fachadas!