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Federico Sescosse Lejeune: Máximo defensor del legado cultural de Zacatecas

Por José Guillermo P.H.

Sin lugar a dudas, el paisaje y la vida cultural de la capital de nuestro estado es en gran medida, resultado de la convicción y el trabajo de Federico Sescosse Lejeune, quien naciera el 27 de septiembre de 1915, como parte de una familia zacatecana con gran tradición emprendedora.

Zacatecas después del movimiento revolucionario en México, dejó de ser aquella ciudad virreinal cuya pujante economía le dio forma hasta el fin del porfiriato y, a mediados del siglo XX se encontraba en una especie de abandono y aletargamiento, en donde las edificaciones en ruinas eran más que comunes por todo el centro histórico. Era una ciudad que presentaba una escena muy distinta a la que hoy estamos acostumbrados.

Fue en este contexto que don Federico Sescosse, quien se encontraba fuertemente vinculado al sector industrial y al campo zacatecano; y que además poseía gran erudición en historia, arte y cultura; emprendió una ardua labor que duraría toda una vida por el rescate y preservación del legado cultural zacatecano.

Nombrado en 1941 como primer delegado honorario del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Zacatecas por Manuel Toussaint; promovió la protección de zonas arqueológicas de La Quemada y Chalchiuhites, la conservación del Museo de Guadalupe, el rescate del antiguo Templo de San Agustín, la vecindad del Jobito, el Templo de Santo Domingo, intervino en la restauración de la Catedral Basílica de Zacatecas y de la Capilla de la ex Hacienda de Bernárdez.

Dedicó gran parte de su tiempo a definir y mantener el carácter de la ciudad de Zacatecas que hoy conocemos, pues participó también en el diseño de edificios modernos que serían construidos en el centro histórico, asegurándose de que fueran acordes a la personalidad de la capital del estado. Trabajó por la “Despepsicocacolización” -término acuñado por don Federico-, para mantener la identidad del centro histórico librándolo de propaganda y anuncios comerciales en las fachadas.

Logró además, la redacción de la Ley de Protección y Conservación de Monumentos y Zonas Típicas del Estado de Zacatecas, así como la fundación de una institución que vigilaría el cumplimiento de dicha ley.

Rescató los acervos históricos de Zacatecas, recuperó y donó el pendón original de la ciudad y logró que las Cédulas Reales de Felipe II regresaran; con el fin de conservar las Morismas de Bracho, apoyó la Cofradía de San Juan Bautista; recuperó la colección “Martens de Arte Huichol” y creó el Museo Zacatecano para ahí exhibirla. Rescató para Zacatecas la obra de Francisco Goitia y creó los museos Rafael y Pedro Coronel; en este último formó la Biblioteca Elías Amador.

En 1993, don Federico Sescosse logró la inscripción del Centro Histórico de Zacatecas en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, misma que promovió ante las autoridades federales; este logro representó la culminación de una vida de trabajo del que fuera el máximo defensor del patrimonio cultural de Zacatecas.