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El más Romántico de Todos

Amparo Berumen

La vida es una inmensa disonancia. Chopin.

Hace algunos años el Casino Tampiqueño presentó al Trío Clásico de Xalapa. Una velada maravillosa, como solemos hoy con más frecuencia disfrutar en nuestra ciudad.

Extraordinarias en su ejecución, el Trío Clásico de Xalapa dos de ellas polacas nos obsequiaron e ilustraron con hermosos momentos y aspectos sobresalientes en la vida de Chopin. Y son estas destacadas mujeres quienes me han inspirado a traer a estas líneas el recuerdo del gran músico nacido en Varsovia. En un lapso de tiempo menor a dos años, nacieron los tres grandes compositores románticos de piano: Chopin, Schumann y Liszt.

Entre ellos, lo que diferencia a Frédéric Chopin (1810-1849) es que su obra fue casi exclusiva para piano, cortando para siempre las cadenas del clasicismo, y encaminando armónicamente la ejecución pianística con un ímpetu que hasta hoy no hay vislumbre de que pueda disminuir. Chopin fue un hombre esbelto de refinada apariencia y hermosas manos; un snob, un mundano esmerado en su arreglo y de buen vestir, de mente y modales precisos que ganaba mucho dinero y aún se quejaba: ¿Cree que estoy ganando una fortuna? Los coches y los guantes blancos cuestan más y si me faltaran diría que tengo mal gusto.

Ese buen gusto que le distinguía significaba más para él, que el movimiento romántico dominante en Europa al que evitó hasta un cansancio tal, que le incomodaba la palabra Romanticismo. Se veía a Delacroix como su mejor amigo pero Chopin no entendía su pintura ni era de su gusto.

Esto mismo ocurría en la música: guardando buena relación con los músicos de la época, no gustaba de su obra. Detestaba las partituras de Berlioz; de insípida y vacía calificaba la música de Liszt, y El Carnaval de Schumann no era música para él. No existía Mendelssohn, Schubert le era indiferente, y Beethoven le causaba perturbación; juraba que el gigante de Bohn le asustaba con su turbulencia y martillazos titánicos.

Los dos grandes compositores que amó fueron Bach y Mozart, y adoraba las óperas de Bellini. Paradójico: un romántico que satirizó el Romanticismo fue el más conocido de todos los primeros románticos. Es casi impensable un recital de piano sin Chopin cuando prácticamente toda su obra permanece en el repertorio.

Este genio fue un revolucionario de su tiempo que no soportaba el suplicio de los recitales en público después de 1835 los dio excepcionalmente–, y para muchos su música parecía exótica e inexplicable, pero en su forma de tocar el piano no hubo desacuerdo al comentarse que sus manos de pronto se estiraban y cubrían un tercio del teclado.

Era como si se abriera la boca de una serpiente para tragar a un conejo entero. Un poema en prosa sobre las manos de Chopin fue escrito por el pianista y director de orquesta suizo–franco Alfred Cortot: …a través de los poros de cuya piel se ha evaporado todo lo innoble. Mendelssohn opinaba que Chopin era uno de los que sobresalían entre todos: Produce efectos nuevos, como Paganini con su violín, y logra cosas que antes nadie hubiera creído posibles.

El mismísimo Liszt, en su biografía de Chopin escribió que era uno de esos seres originales que no reconocen ataduras. Schumann, siempre sensible a lo nuevo, refiriéndose a su Estudio Aeolian Harp, (Arpa Eólica Op 25 No.1), describió: Seguíamos una melodía maravillosa en los tonos sostenidos, mientras que en el medio una voz de tenor se desprendía claramente de los acordes y se unía a la melodía principal…

El conocimiento de Chopin en relación a la naturaleza y limitaciones del piano nunca ha sido superado. Sus obras ligeras como valses y algunas mazurcas siguen siendo bellísimo y apasionado regalo sin precedente en la Historia de la Música. Me cautivan sus Nocturnos; son de amar sus Preludios, Sonatas… El gusto y popularidad de Frédéric Chopin no han decrecido en lo absoluto, y no ofrecen señales de que esto pudiera suceder en el futuro…