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ECLECTIS

Raymundo Carrillo

La legalidad de fondos en efectivo para grandes segmentos de la población por parte del gobierno federal no se puede poner en duda, es inobjetable. Lo inaceptable es que, se manipule para beneficio electoral a las intenciones del Ejecutivo en turno, quien, sin duda alguna, deja saber su propósito de otras maneras, las cuales, si son ilegales; aunque ponga de por medio al Legislativo; son ilegales, al menos por la manera de realizarlas, según concluye tajantemente el Judicial. La lucha de poderes es una realidad en el país, nadie pensó, que se pudiera llegar a este punto. No es concebible cívicamente.

El camino de pleito entre Poderes de un Estado, de una República propiciado por el Ejecutivo, según la historia actual y vigente, tiene su mejor ejemplo vigente, en Venezuela. Hay hordas y turbas nuevamente en el escenario político nacional. Surgen imágenes de grupos menores pero violentos agrediendo el paso de integrantes del Poder Judicial a sus labores y saliendo de sus despachos, estos grupos lo hacen señalando como pretexto o motivo, cosas que no pueden comprobar, supuestos que salen de su imaginación sin sustento más allá de lo que escuchan por las mañanas en el programa del Ejecutivo.

Tales manifestaciones contra del Poder Judicial frente a su sede principal, ofendiendo y atemorizando, deben de motivar reflexión ciudadana de los pobladores conscientes y no violentos; las provocaciones empiezan a encontrar un cauce de crecimiento indeseable; la ruta que se previene en tales sucesos, sean con dolo y previo propósito o espontáneas, es que, el Poder Ejecutivo las debe de contener y prevenir que no sucedan, que no se repitan. Al Ejecutivo según sus propias versiones, le sobran planes; en campaña su discurso más trillado fue: “ser pacífico”. Sin embargo, son sus dichos y sus palabras las que incitan y provocan tales disturbios localizados.

Mala señal desde la silla presidencial, acusar, señalar y sobre todo, permitir que sus palabras se interpreten para motivar la violencia contra los otros poderes. Ya una vez sucedió afortunadamente en menor grado cuando acusó sin mayores bases o sustento, a legisladores opositores como traidores a la Patria. Otro asunto nacional es la desbordada multitud de emigrantes que atraviesa al país camino a Estados Unidos. Empieza a ser común, normal, encontrar familias e individuos de ambos sexos pidiendo ayuda económica, alimenticia o de vestido en los cruceros y calles de nuestras ciudades.

Personas venidas comúnmente de allende las fronteras del Sur del Continente. Tal emigración o migración masiva, está sujeta a toda suerte de infortunios, desde los accidentes y enfermedades, hambre, sed, delincuencia y malos tratos. No han sido pocos los casos donde voluntariamente o no, empujados por el miedo, la indefensión, la amenaza, el chantaje o la necesidad se prestan para negocios turbios en el camino, invasión de casas solas como se ha podido saber en estas tierras benditas del Señor.

Está en tela de juicio el libre paso del que tanto se ha presumido como libertad en el país. Al parecer, los acuerdos del Ejecutivo Nacional, con el Ejecutivo Estadounidense, han llevado a de- cretar una especie de cierre de la frontera Sur de nuestro país, un complicado control de acceso al menos si lo es, ya que, se reconoce un aumento de la Guardia Nacional en esos territorios, en colaboración con las autoridades del Instituto Nacional de Migración.

Estas actividades, también responden a la enorme carga de población flotante y migrante no nacional que tiene en colapso la frontera norte de nuestro país. Estas circunstancias tienen efecto de tal manera, ante evidente indolencia por el fondo del problema humanitario, de los EU y sus autoridades y ahora, además, por las autoridades mexicanas, quienes, pasan a ser solapadoras de las leyes y “títulos” que, como códigos de acción, se acuerdan por parte de los líderes Estadounidenses.

Los caos, desgracias, consecuencias funestas y delitos consecuentes a esta masiva conducta humana, son el pan nuestro de cada día en las noticias y va en ritmo ascendente la intensidad. Ya que, así como en materia de inseguridad los gobiernos de la 4t han sido tan lentos y amorfos en su acción de contención y omisos en la de promover la educación para la prevención, es de esperar indeseablemente, a que, nuevas desgracias impactantes como el incendio en el centro de detención y protección del INM de Ciudad Juárez.

La tragedia de migrantes en carreteras de San Luis Potosí o, el asesinato de colombianos en carreteras de Zacatecas, se repitan para que estos gobiernos vayan tomando más en serio este tema que lleva la traza de Seguridad Nacional, y, no las obras tan costosas del sexenio, así decretadas como Seguridad Nacional para no entregar cuentas del financiamiento tan desorbitado que llevan.