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Desigualdad y sobrevida

Antonio Sánchez González, médico

Es bien sabido que vivir en una comunidad pobre hace improbable aspirar a una vida larga, pero ahora existe nueva evidencia médica que sugiere que vivir en una comunidad con alta desigualdad también parece ser perjudicial para la salud y aumenta el riesgo de morir prematuramente.

Existen múltiples estudios que sugieren que, además de los factores que uno podría esperar como posibles culpables de acortar la expectativa de vida (como altas tasas de tabaquismo o muchos delitos violentos); también demuestran que las personas en comunidades desiguales tienen más probabilidades de morir antes de los 75 años que los individuos en colectividades más iguales, incluso si los ingresos promedio son altos. Especialmente demostrativa es una investigación de la Universidad de Wisconsin publicado hace 5 años. Lo importante no es solo el nivel de riqueza en una comunidad, sino también cómo se distribuyen los recursos que tiene disponibles.

Por supuesto que hay muchos factores, además de la desigualdad, que afectan la salud. La cantidad de personas que beben, si son obesas y la seguridad del aire y el agua, hacen la diferencia entre muchas razones. Pero el efecto de la desigualdad es estadísticamente significativo y equivalente a una diferencia de aproximadamente 11 días de vida por unidad comparativa entre los lugares de alta y baja desigualdad. Las diferencias pueden parecer pequeñas, pero por cada factor de incremento en que una comunidad se volvió más desigual aumentó la proporción de residentes que murieron prematuramente.

La investigación sobre la desigualdad a nivel de comunidades pequeñas es nueva, pero la literatura sugiere que hay clara relación entre la desigualdad de ingresos y la esperanza de vida entre países. Los efectos de la desigualdad, más allá de la marca que deja el nivel de ingreso promedio, están bastante bien establecidos. Sabemos que la desigualdad tiende a concentrar el ingreso en menos manos, creando más hogares pobres, y las personas en estos hogares viven menos tiempo, sin embargo, es discutible señalar lo que directamente causa la caída en la esperanza de vida.

Una teoría sugiere que, si bien el dinero tiende a comprar mejor salud, hace una diferencia más grande para las personas con bajos ingresos que para quienes están en la parte superior de la escala de riqueza. Visto con simpleza, esto significaría que tener menos personas muy pobres en una comunidad mejorará la salud promedio más que la disminución resultante de tener menos personas muy ricas.

Pero desde otro punto de mira, más sociológico, los investigadores piensan que los lugares donde los residentes adinerados abandonan los servicios sociales pueden tener menos cohesión e inversión en cosas como educación y salud pública que sabemos que afectan la salud. Hay literatura que sugiere que es angustiante vivir entre personas que son más ricas. Ese estrés puede traducirse en problemas de salud mental o cardiovascular para los residentes de bajos ingresos de comunidades desiguales.

Por cada punto en la proporción de riqueza entre personas con ingresos altos y bajos en una colectividad, se perdieron aproximadamente cinco años por cada 1000 personas incluidas en el estudio de Wisconsin. Esa es la misma diferencia que se observa cuando la tasa de tabaquismo de una comunidad aumentó un 4% o la de obesidad aumenta en un 3. El efecto de la desigualdad parece persistir incluso cuando se comparan comunidades con ingresos promedio y composición racial similares.

Con el pretexto de la anticorrupción, el gobierno de la república nos tiene inmersos en un pretendido gran experimento de recorte y redistribución del gasto en atención médica. La ley de salud mexicana proporciona ingresos sustanciales en la forma de servicios de salud a los mexicanos en el extremo inferior del espectro de riqueza, pretendiendo acortar la brecha de desigualdad. Si estas maniobras gubernamentales incidirán en los efectos sanitarios de la desigualdad será algo que los mexicanos apreciaremos en los próximos años.