Navegar / buscar

PANEM ET CIRCENSES

Jaime Santoyo Castro

¡Al pueblo, pan y circo!. Esta expresión latina describe en breves palabras la práctica asistencialista del gobierno romano de proveer a la gente de alimento y espectáculos para mantenerlos tranquilos o alejados del análisis crítico de la realidad.

Desde la antigüedad, los actores políticos de Roma le dieron forma a una estrategia clientelar para ganar la atención y la voluntad de la población, basado en dos acciones fundamentales: regalar comida barata y presentar espectáculos para entretener al pueblo de forma permanente. De esa manera, la gente se olvidaba de sus penurias, se alejaba de las protestas y vivía la ilusión de que su realidad se transformaba favorablemente al tener qué comer y un modo de divertirse.

¿Quién dijo que la compra del voto era una práctica moderna? Es una práctica casi tan antigua como la prostitución, que al fin y al cabo es lo mismo, pues ciertamente no se prostituía el cuerpo, pero se prostituía la voluntad con una falsa generosidad, que funcionó como una forma muy adecuada para detentar el poder.

Pero los Romanos no guardaron esa práctica para sí. La exportaron a casi todo el mundo; por ello en España se le conoció como “pan y toros”; en Rusia se le llamó  “pan y espectáculos”, en tanto que en Alemania se le identificó con la expresión de “pan y juegos” y desde luego que en México no podíamos quedarnos atrás, también hicimos nuestra aportación para justificar esa práctica desde tiempos inmemoriales, con expresiones como aquellas de que “el que tiene más saliva come más pinole” y que en esta actividad de la política “el más chimuelo masca tuercas”.

Con un nombre o con otro, era prácticamente lo mismo. Una enajenación, que propiciaba ausentar a la gente de su realidad para conducirla por el sendero más favorable a los intereses de quien mandaba en ese entonces, o para utilizarla como cortina de humo a fin de ocultar circunstancias escandalosas. En fin, esa frase ha generado la creencia de que para ganar en la guerra, en el amor y en la política se vale de todo, y que la única regla es que no hay regla, pero se aleja del verdadero sentido de la polìtica, pues la pervierte y la desprestigia.